Detroit, ese paraíso del crimen y la heroína. Temprano en la mañana lo encontraron guindado en el baño de su habitación. Otra vez un hotel y la soga. Esta vez fue en el MGM Grand Detroit. Tenía 52 años y las drogas seguían siendo su musa y su perdición. Desde ese 1996 cuando Soundgarden sacó la canción Burden in My Hand todo venía desvaneciéndose. Es como si Kurt Cobain, con ese balazo de fusil, hubiera borrado todo el grunge. Después cayó Layne Staley, el 5 de abril del 2012. La heroína y la cocaína son dos culebras que juntas no se pueden azuzar. Scott Weiland se murió de un infarto en el invierno del 2015 mientras planeaba tocar de nuevo con su banda, los Stone temple Pilots. Y ahora Cornell quien trataba de ganar una millonada tocando con desgano con una nueva vuelta de tuerca de Soundgarden.
Llegó hastiado al hotel y con la determinación que tuvo Ian Curtis hace 37 años, anudó la cuerda en una viga del baño y se colgó. Tenía 52 años. Las habitaciones de hotel son lo mejor si eres roquero, te hartaste del chute y es medianoche. En el delirio rimbaudiano apuñalas a tu novia en el Chelsea y te vas muriendo después poco a poco de amor y culpa como le pasó a Sid cuando mató a Nancy.
En el Ritz Carlton Hotel de Sidney llevaba 20 días hospedado Michael Hutchence, vocalista de INXS. Estaba deprimido, nada lo satisfacía, así que se atiborró de tranquilizantes y se ahorcó. Tenía 37 años y era uno de los hombres más deseados del mundo.
Por los excesos desaforados todo el club de los 27, Jimmy Hendrix y el whisky inyectado en su mandíbula, Jim Morrison y la ginebra, Janis Joplin y la heroína, Brian Jones y los inhaladores en las piscinas, los fueron debilitando y los pusieron al frente de la muerte quien nunca va a desaprovechar un cuerpo joven, hermoso y famoso con ganas de la inmortalidad tempranera.
Cornell tenía 52 años pero siempre será un joven. Las estrellas de rock nunca envejecen