RCN no se cansa de equivocarse y esta vez lo hace con su nuevo equipo de creadores y directivos. La renovación del canal RCN saca su primer reality para demostrar que, a pesar del cambio, siguen sin saber cómo trabajar el formato.
Hace varios años, habían trabajado sobre el concepto de llevar famosos a la dureza de la experiencia de un reality. Aunque el resultado no fue malo en términos de rating, nunca tuvo el impacto que se esperaba. No obstante hicieron la segunda temporada de La isla de los famosos, para confirmar que ese no era el camino.
Ahora han lanzado en el horario más codiciado de la parrilla —y el más costoso— Soldados 1.0, un formato que busca poner a un grupo de “famosos” en las duras condiciones de entrenamiento de un militar.
Vamos por pasos... ¿Famosos? Con dificultad se reconoce a uno que otro que alcanzó reconocimiento y que desde hace rato lo tiene embolatado porque ni trina ni relincha.
Si ya iban a cometer el error de hacer un reality utilizando como protagonistas a “famosos”, hay que asegurarse que lo sean de verdad, que estén vigentes o que su fama, a pesar de no estar vigente, sea inconfundible para el público.
Si bajo ese concepto tratamos de valorar a los participantes de este programa, seguro perderemos el tiempo. Si se va a insistir tercamente en los famosos, deben ser figuras que realmente valgan la pena por lo polémicas y reconocidas, no en vano existen los programas de las Kardashian, Paris Hilton u Ozzy Osbourne.
Si hay algo tremendamente llamativo y que genere identificación en la audiencia es esa mágica probabilidad que se siente al ver que quienes hacen parte de un reality son personas del común, que el que está en la pantalla puede ser un conocido, un amigo, un familiar o, incluso, uno mismo. Sin embargo, el casting escogido rompe con ambas posibilidades de identificación, ni hay conocidos, por los que se sienta la curiosidad de saber que les va a pasar, ni hay desconocidos, por los que se pueda desarrollar una empatía por la proximidad con el espectador.
Más allá de esto, ver a estos “famosos” caminando en medio de la naturaleza, donde la máxima dificultad era el pomposo vestido de una exseñorita Colombia, no solo habla de lo poco que se conoce del potencial dramatúrgico del formato, sino que también deja mal parado el entrenamiento militar.
¿Querían dureza? Entreguen un mapa, una brújula, una sola botella de agua y un reloj marcando un tiempo límite y quiten a los militares acompañándolos. Anuncien con la presentadora que ese es el recorrido básico de recibimiento de un militar y se completa en determinado tiempo y con menos recursos que los que recibieron.
Si ese fue el comienzo de la preparación militar, lo que continuó fue más que desacertado. Centrar el drama en la peluqueada, la tendida de la cama y el peinado de las mujeres, deja mucho que desear.
En las historias se necesitan los contrapesos para hacer atractivas las narraciones, se necesitan los buenos y los malos, los deseos y los inconvenientes, los aciertos y los errores.
En Soldados 1.0, me cuesta muchos esfuerzo encontrar esos elementos básicos de la narración. Quiénes son los buenos…, ¿los militares? ¿Los malos son los participantes? Cuál es el deseo, ¿no tocar la campana porque la cama quedó mal tendida? Cuáles son los aciertos, ¿quedar bien afeitado?
Con un rating de 8.9 personas y 29 share de personas frente a un alicaído Desafío, que marcó 10.2 puntos en personas, y con la ayuda grandísima de tener los capítulos finales de La ley del corazón, que fue el programa más visto en el día de su lanzamiento, el panorama que le queda a Soldados 1.0 es ser un programa para rellenar parrilla.
Por último, la edición del programa es realmente de muy bajo nivel. Meter los copetes (intervenciones) de la presentadora (María Fernanda Yepes) después de que suceden las cosas le quita peso a lo que está diciendo. Un presentador es omnipresente, todo lo sabe, lo conoce de antemano. Siempre, pero siempre, el copete debe encuadrar, anunciar, anticipar lo que va a pasar.
De ñapa, usar testimonios por debajo de lo que sucede y nunca ver al entrevistado frente a cámara desubica y desperdicia el efecto dramático que se busca al momento del montaje.
Si con este proyecto buscaban abrir la puerta de una versión con el público general, se equivocaron de cabo a rabo ¡Y lo único que vimos fue… unos soldados de chocolate!