I Ching y democracia regional
Opinión

I Ching y democracia regional

En estos momentos de dilemas morales y políticos juntos, indagamos en esta fuente milenaria por las decisiones correctas en esta democracia de papel

Por:
octubre 09, 2015
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La cultura de la China no ha estado presente en nuestras vidas con todo lo que precede en estos tiempos a la palabra “Made in…” y que nos rodea apabullantemente por todos lados, con cualquier tipo de mercancía basura que incrementa la contaminación del planeta y con ello, el calentamiento global.

Esta vez, prefiero acudir a una fuente milenaria de conocimiento chino que fue escrito entre los años 1000 o 2000 A.C. y que desde entonces, se ha convertido en fuente de consulta obligada para ellos; cuando se trata de tomar decisiones en el presente e indicar la forma correcta en el actuar. El I Ching como texto milenario no es un oráculo ni un adivinatorio en el que usted encontrará la respuesta a todas sus dudas y que le revelará el futuro; es una compleja combinación de 64 hexagramas que resumen todas las posibilidades vitales, según la cultura china y que nosotros los “sesudos occidentales” muchas veces no alcanzamos a comprender del todo. En esencia es un libro de mutaciones. Basta el sentido común (que no pertenece a ninguna cultura en especial) para que su inconsciente despierte y encuentre las respuestas en el momento apropiado.

En estos momentos de dilemas morales y políticos juntos, nos atrevamos a indagar por las decisiones correctas en esta democracia de papel que nos ha tocado sufrir; en medio de tantas tormentas y lloviznas que amenazan con hacerla desaparecer entre la turbulencia de sus corrientes.

Lo creativo (Ch’ien): en este cielo de la democracia local irrumpen fuerzas oscuras que amenazan con llevarse todo (hasta más del 100 %) y la imagen del padre o mentor detrás como una siniestra sombra, que por supuesto, representa el mal ejemplo, en la mayoría de las veces. Las ideas puestas al servicio de la maldad para quedarse y apropiarse de lo público sin ningún recato. Cada sonrisa de los políticos actuales es un cielo inalcanzable para sus electores.

Lo receptivo (K’ un): una inmensa mayoría de mortales y plebeyos como nosotros nos declaramos sus devotos más dóciles en esta tierra y como vacas amarradas acudimos a sus llamados, cual lamento de madre por sus hijos descarriados. Les creemos ciegamente y hasta nos convencemos que traerán la solución a todos nuestros males.

Lo que despierta (Chen): el primer hijo siempre trae nuevas esperanzas. Acá en estos corrillos mestizos también traen desgracias. No son capaces de negarse con dignidad y rebelarse al padre impostor contra su designio de heredar el poder sin merecimiento. “No me prestaré para tus ambiciones ciegas, padre querido…” que parezca un trueno su grito de ruptura contra el saqueo y la perpetuidad del disfrute y abuso de lo público sin control alguno. Un movimiento entre los mismos para los mismos y con los mismos.

El abismo (K’an): Hay una ovejita flaca y quejosa que se parece a nuestra democracia local, sola y con frío, a merced del inclemente viento arrasador. También la rondan cientos de lobos hambrientos, con sus fauces a estrenar y el apetito abierto hasta el infinito. Un peligro desde todo punto de vista y en especial, desde el de la ovejita. Los lobos saben que no habrá cena para todos, que tendrán que devorarse entre ellos cuando se acabe el bocado y otros aseguren la mejor parte. Al borde del abismo de la frágil democracia regional sólo los espera la caída hasta las aguas profundas del ahogamiento. Y ahogados sí que van a reclamar esas aguas dentro de poco.

La quietud (Ken): la montaña de indiferentes y abstencionistas en las elecciones regionales crece cada día más. Un reposo que se parece a cierta complicidad, pero también es un grito silencioso que retumba en los pasadizos de la consciencia de hombres invisibles. ¿Hasta cuándo?

Lo suave, lo dócil (Sun):en medio de la tragedia de la democracia regional, algo penetra suavemente entre los pliegues y va poco a poco, horadando como el viento a la madera. El tiempo dirá cuándo nos merezcamos la mayoría de edad en la ciudadanía política del continente.

Lo oscilante (Li): Todo fuego da luz. Nos cansaremos algún día del macabro espectáculo insostenible del clientelismo político y las técnicas rastreras de conseguir el favor de los electores a punta de sobornos y pérdida de dignidad humana. Un péndulo que gravita sobre muchos centros de poder. Pequeños y mafiosos.

Lo gozoso (Tui): la alegría hasta ahora sólo es para el que gana a punta de comprarse su propio voto. Está lejano el gozo que produce contemplar el lago de la tranquilidad donde gane la sociedad y gane la gente. Democracia y alegría colectiva, dos dichas inalcanzables.

Coda: el I Ching se consulta con varillas o monedas. En nuestro caso, sobra preguntar o explicar con qué lo hicimos en esta columna.

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