En el inicio de mi perfil de Facebook aparecía publicada desde la cuenta de Netflix la imagen de la nueva serie colombiana producida por dicha compañía de streaming, donde invitaba a los usuarios a disfrutar de sus capítulos ya disponibles. En vista de que la mayoría de sus comentarios eran negativos, me dispuse a ver si lo único de mal gusto era su titulo. Erré totalmente.
Su creador Dago García nos muestra más de su sentido del humor genérico. El personaje principal es este personaje colombiano patético al que todo le sale mal, con una familia muy similar a las de la franquicia de El Paseo. ¿En serio, Dago?, ¿no merecíamos por lo menos esta vez tener algo distinto?
En un plataforma en donde el guionista podía tomarse la libertad de hablarnos de un tema totalmente diferente a lo que la televisión nos tiene sometidos, este optó por trasladar el mismo chiste simplón, sin un buen punto de giro y ni un solo personaje memorable. Su trama macondiana se ve totalmente apocada por el perfecto trabajo de fotografía y diseño de producción.
Es algo triste ver como se desperdicia la oportunidad de darle visibilidad audiovisual a Colombia, por ende nos deja como un país hipócrita, alardeamos de sentirnos orgullosos de nuestros artistas y que gracias a ellos ya no somos vistos en el extranjero como una fabrica de narcotraficantes, pero insistimos en darles visibilidad en nuestra pantallas y es lo que pasa con el antagonista principal de la historia, donde a diferencia de las interpretaciones actorales de otras narco-producciones, este da pena ajena pues no produce ni risa y mucho menos el odio que se le toma a un buen villano; Su hilo conductor es soso mas que risa produce vergüenza, toma al consumidor como estúpido, no nos da una razón elocuente para las cosas que suceden en el universo de chichipatos, parece que tanto Netflix como Dago creyeron bastaria con situaciones exageradas acompañadas de actuaciones rimbombantes y poco creibles para que un colombiano soltara una carcajada.
En conclusión, para hacer algo transgresor, diferente, inteligente y llamativo, como en su época lo logro la atemporal Betty la fea, es mejor que la empresa Netflix reconsidere la tan intrincada norma de no darle la oportunidad a nuevos guionistas y siga confiando en aquellos que ya se hicieron un espacio en las taquillas, pues ninguno ha salido de su zona segura y nos muestran mas de lo mismo y como resultado queda un guion mediocre que pone en vergüenza a un país que tiene mil historias por contar.
