A propósito de la retransmisión de la novela por la coyuntura del coronavirus, resulta importante resaltar el mensaje de las elecciones… Chepe, el personaje principal de la trama, cumple su sueño de ser alcalde de Santa Marta, esto con el fin de hacer políticas más cercanas a la población más vulnerable.
En este sentido, él expresa: “Hemos ganado mi gente, le hemos ganado a la maquinaria política, que con compra de votos compraban las elecciones”. Los autores de la historia (Miguel Ángel Baquero y Eloísa Infante) evidencian en el guión nuestra historia como país, donde la corrupción es el principal estandarte y la propuesta de un mejor futuro, a través de la elección de candidatos alternativos, es posible.
Y parece que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (como dicen en El minuto de Dios). Nuestra aldea (como la describió Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad), la cual ha sufrido conflictos a sangre y fuego (la violencia bipartidista de antaño que luego pasó a ser entre las guerrillas y el establecimiento y que recientemente se ha convertido en violencia unilateral, de manos oscuras en contra de las restituciones de las tierras despojadas), empieza a transformarse.
El 27 de octubre de 2019 es una fecha histórica en nuestra nación. Macondo le dijo a los políticos tradicionales que han manejado el discurso del odio que ya no quiere este camino. La elección de muchas mujeres en alcaldías y gobernaciones (en donde por primera vez en la capital se eligió una), de candidatos independientes y alternativos de corte progresista, del primer gobernador afro en la historia de nuestra república, de un candidato del partido FARC-EP y la derrota del uribismo en Medellín (la cual es su casa) dieron cuenta de un cambio.
Así mismo, la elección de una indígena como alcaldesa de Silvia en el Cauca, el triunfo de candidatos populares en Cartagena y Cúcuta, la escogencia de muchos jóvenes (como el alcalde de Manizales, el nuevo gobernador de Caldas y de algunos concejales en Bogotá) muestran un punto de inflexión.
Macondo se está cansando de las prácticas del terror y de quienes la representan con sus discursos de odios. La violencia en todas las facetas nos hartó: la violencia histórica de los partidos tradicionales a los partidos opositores, de los hombres hacia las mujeres (las cuales no tenían tanta participación política en años anteriores), de los blancos contra los negros e indígenas, de los grandes empresarios hacia los asalariados, de los adultos hacia los jóvenes, etcétera. Esto demuestra que las palabras expresadas por aquel humilde personaje, el pescador de sueños, sí calaron en la mente de los habitantes de este país.
A pesar de estos grandes acontecimientos (y otros que se me escapan), hay baches: el Macondo que vivió Gabo todavía está latente. La elección del alcalde de Bello, Antioquia, el cual tenía medidas cautelares, o las casas blancas de soborno en Soledad, Atlántico, dan cuenta de eso. ¿Será por apego a los corruptos?, ¿porque no creen posible un verdadero cambio?, ¿o es que en algunos lugares de Macondo las autoridades respaldan la violencia, la corrupción y la barbarie? Y aunque sea esta última la respuesta, los habitantes de Macondo cada día se transforman más. Ya son pocas las fuerzas oscuras del pasado que nos atan, el futuro es alentador.