¿Qué tan lejos estamos de películas futuristas donde la licuadora está conectada a Internet y nuestra nevera nos envía mensajes de texto diciéndonos que se acabaron los huevos? Por más descabellado que parezca no estamos muy lejos de esa realidad. Internet se ha vuelto indispensable para las personas. Aunque hasta hace diez años solo había computadores conectados, la situación ha dado un giro que permitirá que muchas cosas que nos parecen ciencia ficción se hagan realidad.
Cada vez que nos conectamos a la red se nos asigna una dirección que nos permite navegar. La dirección IP es parte de la identificación que tiene un equipo en la red. IP es el "Protocolo de Internet" y es la base para conectarnos. La mejor analogía para entender este concepto son los teléfonos: para llamar necesito conocer el número de teléfono único asignado al aparato al que voy a llamar y tener un teléfono conectado que a su vez tiene un número único. En la red necesitamos lo mismo, que nuestro equipo tenga asignado un número único que nos permita conectarnos a los servicios que queremos usar.
La semana pasada LACNIC publicó en su página web que prevé que para el 17 de junio se agoten las direcciones IPv4. Técnicamente esto significa que los nuevos dispositivos que se conecten, deberán empezar a usar una nueva versión del protocolo IP, los proveedores de Internet y los servidores deben adaptarse a eso y empezar a usar las nuevas direcciones. Cambiar el protocolo tiene sus ventajas, ahora habrá tantas direcciones disponibles que hasta las cosas podrán conectarse, la licuadora, la nevera, el televisor tendrán número IP.
Cuando empecé a conectarme a Internet, por allá en 1996, por lo general lo hacía a través del servidor de la universidad, utilizábamos modems y líneas telefónicas. En esa época todos podíamos tener una IP pública, es decir, todos los que nos conectábamos a Internet lo hacíamos directamente y éramos visibles para cada uno de los demás navegantes. De hecho Internet fue diseñada para que fuera así desde el principio, pero su crecimiento vertiginoso obligó a hacer algunas modificaciones, se permitió la creación de redes privadas con el fin de que un solo servidor (enrutadores o dispositivos similares), con una sola dirección IP, agrupara a varios equipos y les permitiera conectarse, distribuyendo así el acceso a la red de una forma más efectiva. Esto se conoce como NAT (traducción de direcciones de red) y fue una medida temporal. Cuando se contempló la posibilidad de que se acabaran las direcciones IP, se vio que vendría una crisis de la versión 4 del protocolo. Es por eso que en 1994 el IETF lanzó el RFC2460, donde se definió la nueva versión del protocolo de Internet. Leemos en su resumen: "Este documento especifica la versión 6 del Protocolo de Internet (IPv6), también referenciado como IP Next Generation o IPng."
Que IPv6 se defina como la siguiente generación es debido a las posibilidades que abre, son tan grandes que uno puede imaginarse una transformación total del tipo de servicios y aplicaciones que se pueden crear. Ya desde hace un par de años empezamos a conocer los dispositivos wearable o "vestibles", como gafas inteligentes, relojes, camisas con sensores corporales entre otros y todos conectados a nuestro celular y algunos a la red. ¿Increíble?, y eso sin hablar de los edificios "Inteligentes". Ahora caminamos en el supermercado y vemos neveras con WiFi, cafeteras que se pueden conectar al celular, televisores inteligentes y toda la familia de los dispositivos "SMART". Se escuchan voces que nos están diciendo algo: Internet está cambiando.
Internet puede ser comparado con un gran depósito de información que es alimentado por cada una de las personas que se conectan. Desde los años 80, millones de manos han digitado los contenidos, subido fotos, videos, música y han creado contenidos transmedia. El cambio que se viene son los contenidos automáticos generados por las cosas, se vislumbran quizá los primeros vestigios de dispositivos autónomos que empezaran a dejar huella en la red de sus interacciones con otros, ¿qué tendrá para decirle nuestra tostadora a la sanduchera del vecino?, por más absurdo que suene la pregunta, son esas las posibilidades que se harán realidad con la nueva versión del protocolo de Internet. Máquinas comunicándose entre sí, sin necesidad de la intervención humana y generando sus propios contenidos.
Todo esto empezó a nombrarse desde hace unos años como el Internet de las Cosas. IPv6 propone un reto, pero el cambio será gradual y es muy posible que la mayoría de usuarios de Internet no lo noten. La red seguirá siendo la misma para las personas, pero con algunas mejoras, como poder usar la "Ñ" y caracteres especiales en los nombres de dominio. Estaremos conectados a la red directamente sin necesidad de estar detrás de un NAT, lo que implicará ciertos cambios en el tema de seguridad informática. La red siempre estuvo concebida para que cada usuario formara un pedacito de la nube y pudiera ofrecer servicios desde su casa sin tener que pagar un servicio externo, un mundo p2p. Máquinas y humanos construyendo juntos la memoria de la humanidad, eso es lo que se avecina.
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