El jueves pasado, en el diario El Tiempo, del mismo dueño del fondo privado que controla el 44 % del ahorro pensional del país, el ministro Alberto Carrasquilla declaró la guerra a Colpensiones. El negociante de bonos Carrasquilla dijo que “la plata pública no alcanza”, que Colpensiones “se marchita por una decisión democrática o lo marchita el mercado” y que ese sistema “no es viable” ni “sostenible”.
La entrevista del Grupo Aval/Porvenir a Carrasquilla esconde las propias cifras oficiales, que tuve oportunidad de recordarle al gobierno al día siguiente, en la Comisión de Reforma de Protección a la Vejez, en la que Cedetrabajo participó como asesor de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT.
El gasto pensional en Colombia como porcentaje del PIB es 3,9 %, mientras en Estados Unidos, el país más capitalista del planeta es de 6,9 % y en Noruega, el de mejor calidad de vida, el 9,3 %. Hace 25 años el Estado creó un negocio que tiene los siguientes resultados:
- El 49,8 % de los adultos mayores son pobres, según la OIT.
- El 63 % de los ocupados no cotizan a pensiones, según el Dane.
- El salario real promedio desde 2012 solo ha crecido 1,4 %, según DNP.
- El 68,3 % de quienes se ocupan en el sector comercio, hoteles y restaurantes, ¡el futuro! según el Plan de Desarrollo, no cotizan a pensiones.
- Como consecuencia, el 77 % de los ocupados nunca se va a pensionar, según Fasecolda.
No es ningún misterio -entonces- que (con datos de Superfinanciera) para 2016 de las 36.205 personas en las AFP que tenían la ilusión de pensionarse, a 17.162 le devolvieron la plata porque no logró los requisitos mínimos. De las 19.043 restantes, tan solo a 9.935 le otorgaron una renta vitalicia. Es decir, de cada 100 personas, 27 alcanzaron la máxima aspiración pensional. Pero, ojo, a este grupo, la mesada será de 25 pesos por cada 100 que tenían de salario.
Si yo fuera un gobierno al servicio de los banqueros
estaría montando una reforma pensional para frenar esta diáspora.
En efecto, esto es lo que está ocurriendo
El mercado, tan amado por quienes han gobernado, decidió castigar a los fondos privados por estos pésimos resultados. De acuerdo con Colpensiones, entre 2014 y 2018 unas 587.121 personas que se dieron cuenta de la estafa, el 9,7 % del total de cotizantes de estos fondos, se retiraron y se pasaron a Colpensiones. Peor aún, en ese mismo periodo, por cada 100 incautos que se metieron a las AFP, se les salieron 61 personas. Sin dudas, si yo fuera banquero estaría preocupado y si fuera un gobierno al servicio de los banqueros estaría montando una reforma pensional para frenar esta diáspora.
En efecto esto es lo que está ocurriendo. A julio de 2018 las AFP acumularon 243 millones de millones de pesos. El profesor Ricardo Bonilla estableció que entre 2010 y 2018 cobraron $ 52,9 billones en costos administrativos y pagaron en mesadas $ 6.4 billones. Un excelente negocio, al menos mejor que el de la vía al Llano. Mientras tanto, el Estado hizo un pésimo negocio. Trasladó el ahorro a los privados para luego ir a pedirles prestado, con intereses. Hoy el 33,2 % de los fondos está prestada en TES, un déficit de $ 87,8 billones del cual nadie habla.
La Organización Internacional del Trabajo publicó este año un estudio en el que llama “fracaso” a los sistemas privados de pensiones obligatorias. Según la OIT, “el experimento de la privatización ha fracasado (…), y se agravaron las desigualdades de género y de ingresos”. La única salida viable para que logremos pensionarnos es derrotar a Duque y a Carrasquilla en su obsesión de acabar a Colpensiones. Nos vemos en la calle.