Este pedazo del himno nacional de Colombia podría hoy pronunciarse con admiración, con duda o con indiferencia, pero indudablemente refleja con rigor lo que estamos viviendo.
Con admiración: así la vivimos quienes creemos que los anuncios del miércoles 23 de septiembre son el preámbulo del fin de un conflicto infame de más de medio siglo. El acuerdo con las Farc basado en la Verdad y la Reparación, es decir enfocado en reparar la deuda moral, histórica y humana que los victimarios tienen con las víctimas, es algo de verdad muy positivo.
Con admiración también porque se acordó un procedimiento judicial con un tribunal especial compuesto por magistrados colombianos y extranjeros que tendrá como mandato establecer penas y no solo limitado a un tribunal de verdad. En este caso habrá judicialización real, lo que implica establecer culpas y verificar la real voluntad de resocializarse y reparar a las víctimas.
Con admiración porque quienes siendo parte del Estado se hayan desbordado y cometieran delitos de lesa humanidad, delitos contra el Derecho Internacional Humanitario como las ejecuciones extrajudiciales, los crímenes de guerra y los delitos sexuales, serán juzgados de la misma manera por este tribunal. Delito es delito, no importa que el camuflado sea de las fuerzas armadas o de la subversión. Todos ofenden a la sociedad de la misma manera y eso no tiene nada que ver con la grandeza de nuestras fuerzas militares sino con la vileza de los que portan el uniforme sin merecerlo.
Con admiración, finalmente, porque el acuerdo significa que, si se cumple el cronograma pactado, a partir de marzo de 2016 el grupo subversivo más grande, poderoso y antiguo del continente y del mundo renunciará para siempre a la combinación de todas las formas de lucha para dedicarse al ejercicio político. Eso es un alivio sin duda alguna.
Por supuesto la frase como ya dije puede ser una pregunta o connotar la expresión de una duda razonable: ¿Cesó la horrible noche? Así parece que la dicen Álvaro Uribe Vélez, José Manuel Vivanco y muchas otras personas a través de tuiteres y declaraciones en los medios.
Para el expresidente lo que está comenzando es una noche peor porque se les está dando un pase de libertad incondicional a los terroristas de las Farc y porque los iguala con las Fuerzas Militares frente a un tribunal que juzgará por igual a unos y otros.
Con duda o escepticismo recibió el acuerdo también el señor Vivanco de Human Rights Watch porque se decidió que las penas que se impongan en el Tribunal Especial de Paz serán “restrictivas de las libertad” y no “privativas de la libertad”. Según él esta no es una diferencia meramente semántica sino que tiene connotaciones de impunidad y nos pondrá a las puertas de la Corte Penal Internacional. Claro que el acuerdo agrega una palabra que podría subsanar este detallito pues dice que serán penas de 5 a 8 años de “restricción efectiva de la libertad”.
Estas dudas seguramente se irán subsanando, para bien o para mal, con el paso de los días hasta que lleguemos a la firma de la paz en el mes de marzo. En todo caso quienes las tengan tendrán que admitir que es lo más lejos que se ha llegado nunca en el propósito de acabar la guerra infame que nos ha llenado de dolor y vergüenza por medio siglo.
Ah y por supuesto habrá gente a la que le importe un pepino el acuerdo, mirarán con indiferencia todo y seguirán en su posición bien sea porque están muy cómodos delinquiendo o porque están muy “jodidos” y crean que en guerra o paz todo seguirá igual.
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