Los que lo conocen dicen que no duerme, que se alimenta y sueña con su trabajo. No, no es el fútbol lo que trasnocha a este manizalita de 62 años sino es la necesidad de contar historias, de averiguar, de calmar una curiosidad encendida. Por eso encendemos la radio a las 6 de la mañana y ahí está, al lado de Gustavo Gómez Córdoba, uno de sus más aventajados discípulos. Por eso voy en un taxi en medio del trancón bogotano del mediodía y su voz me quita el desespero mientras hace El Pulso del fútbol y cuando llegamos ya, con la pila gastada a la casa, lo vemos reluciente entrevistando a una figura del deporte o de la farándula nacional en Acceso, su programa de Win.
Sus contemporáneos, los que lo escuchaban cada noche haciendo La Polémica de Caracol en los años ochenta junto a Edgar Perea o Jaime Ortiz Alvear no lo bajan de “viejo ridículo”. Y es que la edad no lo ha hecho renunciar a los jeanes Diesel rotos, el pelo despelucado, las camisetas sueltas y los blazers multicolores. A él no le importa lo que puedan pensar señores de perenne corbata como su parcero, ex jefe y compañero del Pulso y de Win Oscar Rentería Jiménez. No, por eso no se resigna a quedarse con las viejas canciones del Caballero Gaucho o a los tangos que le gustaban a Javier Giraldo Neira, el hombre que lo hizo arrancar en la radio y en el periodismo escrito. No, a él le gustan los vallenatos de Silvestre, las canciones de Metallica y hasta los reggetones de J Balvin.
Su apariencia eternamente juvenil es producto de su disciplina, no de su disipación. Cesar Augusto es un tipo entregado al trabajo, no sólo por sus horarios: se acuesta a las 12 de la noche y se levanta a las 5 de la mañana. De una vez se conecta pero siempre tiene tiempo para releer alguno de los 1.500 libros de fútbol que tiene en su casa. Sin embargo estos últimos meses han sido particularmente tensos para Cesar Augusto.
Es que él ha hecho casi que propia la cruzada para fomentar el canal Win Premium que se lanzó este 20 de enero en la búsqueda de suscriptores. Las críticas y las burlas no han sido pocas. Le acusan de hacer proselitismo, de ser arrodillado, de sapo y hasta de lambón como se ve en estos trinos.
Él estará en Conexión, La Polémica y los partidos de cada fin de semana. La edad le sigue resbalando y sabe que la seriedad no va a estar en lavarse el pelo con champú y peinárselo con cepillo. Desde que arrancó en esto, cuando tenía un periódico en el colegio, Londoño sabe que ante los rumores de la gente lo único que vale es el trabajo. Así ha combatido despechos, desengaños y los dolores más profundos del alma. Él sabe que el trabajo es el mejor remedio para el alma.