Como lo han demostrado hasta la saciedad las encuestas, el país no quiere convivir con los asesinos de lesa humanidad de las Farc cuya ideología comunista, estaliniana, es esclavista y genocida. El hecho de que el gobierno Santos haya puesto en escena desde hace tres años un capitulante “proceso de paz” con esa minúscula subversión totalitaria, amenazando de muerte la libertad individual y la propiedad de los colombianos, lo hace culpable de alta traición. En estos tres años del mal llamado proceso de paz en La Habana, las Farc, en su necrófilo camino hacia la toma definitiva del poder, se han reorganizado, modernizando su armamento, consolidando sus territorios, sus narcofinanzas y sus múltiples negocios derivados del terror, el narcotráfico, la expropiación, la extorsión, el secuestro, etc., además de haberse convertido en el centro de atención de todos los medios de comunicación, lo que fortalece tremendamente su imagen y su guerra irregular con su táctica de la combinación de todas las formas de lucha y, lo más aberrante, las Farc han plasmado su atroz ideología en esos acuerdos.
Ahora bien, una ideología es un sistema de creencias, principios y convicciones acerca del ser humano, la naturaleza, la vida y el cosmos. Provistos de este sistema de creencias, de un marco de orientación en términos de Fromm, los seres humanos construyen la percepción de la realidad trazando sus caminos de acción hacia unos objetivos a favor o en contra de la naturaleza humana, uno de cuyos pilares es la libertad individual.
Para la concepción libertaria, basada en la sabiduría perenne, hay unas potencialidades inherentes al ser humano como son la conciencia, la libertad individual, el amor, la bondad, la creatividad y la felicidad cuya expresión conforma un orden espontáneo resultado de la cooperación y de la armonía del fluir natural de la existencia. La dinámica económica en estas sociedades está dada fundamentalmente por la miríada de iniciativas individuales en un mercado libre, no dirigido, y por el acceso fácil y el respeto a la propiedad privada no monopolista de los medios de producción y de uso.
Para los libertarios, como enseña el sabio Babaji, “la libertad es la voluntad de ser responsable de uno mismo. Es un derecho y un juicioso ejercicio buscar riqueza y felicidad de la manera más apropiada para uno mismo, sin transgredir la ley de obstaculizar la libertad de los demás. Los ciudadanos que comprenden el significado de la libertad y utilizan su libertad con mucha circunspección y con beneficio para ellos mismos y para los demás pueden completar solos una sociedad que pueda regular sus propios asuntos. Por tanto, a menudo el auto-gobierno es mejor que la mejor forma de buen gobierno” (1).
Por el contrario, la izquierda, con su ideología fundamentada en el poder intimidatorio, opresor, controlador, expoliador y asesino del Estado, apoyado en leyes perversas y en el monopolio de la violencia, niega la naturaleza libre y cooperante del ser humano y en cambio promulga la maldad intrínseca de la naturaleza humana, colocando al Estado como fuente y garantía del orden y la moral y de los supuestos beneficios de la sociedad. La ideología de izquierda es una cultura profundamente estatista que promueve la mentirosa y deshumanizante idea de que el bien supremo de la sociedad es el Estado, pues sólo él garantiza que la sociedad “funcione” y no se llegue al “caos”, exigiendo como condición esencial la completa sumisión del ser humano y el aniquilamiento de su personalidad individual, llevándolo a claudicar de sus propias fuerzas vitales creativas, las cuales son condición sine qua non para el crecimiento de la conciencia de la libertad y de la ayuda mutua, de la riqueza cultural y de la prosperidad.
Como la base del poder contra natura del Estado es la fuerza, éste se impone a través del miedo y la manipulación. Así, en la práctica han sido los regímenes comunistas los que han puesto “en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir el terror como forma de gobierno... Los archivos y los abundantes testimonios muestran que el terror fue desde sus orígenes una de las dimensiones fundamentales del comunismo moderno” (2). Subrayando la dimensión ideológica de estos crímenes debemos señalar que “nos encontramos ante una criminalidad sistemática que deriva de forma directa y necesaria de una doctrina monstruosa, servida con una voluntad deliberada por los dirigentes” de estos regímenes comunistas y de los grupos subversivos que profesan esta ideología (3), la ideología del genocidio sistematizado, como lo documenta exhaustivamente El libro negro del comunismo escrito por Staphane Courtois, Nicolás Werth y otros, donde se reúne de manera impresionante la historia de destrucción y muerte de los regímenes comunistas en países como Rusia, Corea del Norte, Vietnam, Camboya, Laos, China, Tíbet, Cuba, Etiopía, Angola, Mozambique, etc.
Las fuerzas políticas totalitarias que fomentan la estatización de la vida y el pensamiento único, esto es, la izquierda con todas sus denominaciones, socialistas, comunistas, socialdemócratas, tercera vía o fabianos, etc., desean realmente controlar y organizar el devenir social, esclavizando al individuo, para lo cual procuran el aniquilamiento de la propiedad privada. Para la izquierda, la propiedad privada es el pecado original y debe estar en manos del Estado, esto es, del pequeño grupo dueño del Estado y sus apparatchik.
Es importante resaltar que históricamente uno de los factores que ha protegido al ser humano de la arbitrariedad del poder es la propiedad privada. Como señala Ron Paul, ”la propiedad privada es la esencia de la libertad. Sin ella, no pueden existir los derechos individuales. Privacidad y propiedad están entrelazadas. Si se protegieran ambas, poco habría que decir acerca de otras libertades civiles. Si la casa, iglesia o negocio propios son nuestro castillo y la privacidad de una persona, de sus papeles y efectos, está rígidamente protegida, todos los derechos deseados en una sociedad libre están garantizados” (4).
Junto con la doctrina comunista han surgido solapadamente otras corrientes políticas que buscan también la abolición de la propiedad privada y la omnipotencia del Estado como la denominada Tercera Vía, muy promovida por el expremier inglés Tony Blair y su secuaz el espurio presidente colombiano Juan Manuel Santos, que es una de las tácticas empleadas por el submarinismo del socialismo fabiano. La Sociedad Fabiana en su filosofía expresada en 1887 “reconoce la tesis principal del marxismo, la abolición de la propiedad privada, etc.” (5). (Por supuesto, esto no se aplica a la sinarquía dueña del Estado, del capital financiero, de los grandes negocios y de las corporaciones). Recordemos que entre los miembros fundadores de la Sociedad Fabiana se cuentan a Eleonor Marx, hija de Karl Marx; Bernard Shaw y Sidney Webb, reconocidos socialistas.
Como lo señala claramente el investigador Jhon Christian, “la única diferencia entre el socialismo Fabiano y el comunismo es que los comunistas toman vuestra casa enviando directamente a la ‘policía secreta’ a echar abajo vuestra puerta principal, mientras que los socialistas fabianos lo hacen de manera màs sutil y hábilmente, arrebatando ‘gradualmente’ vuestros derechos individuales, aumentando ‘gradualmente’ las contribuciones territoriales y los precios, y finalmente, cuando usted no puede pagarles, ellos envían sus inspectores de impuestos municipales para arrebatarle su casa, pero el resultado final es el mismo”(6).
Los tentáculos profundos y ocultos de Juan Manuel Santos y la subversión totalitaria Farc-Partido Comunista están esclarecidos por la cercanía ideológica, entre el comunismo y la Tercera Vía o socialismo fabiano. Por lo tanto, lo que se está tejiendo con la estratagema de la paz es el fin de las pocas libertades individuales que aún quedan en Colombia, utilizando la frágil y putrefacta democracia colombiana, con el fin de colocar en los puestos de mando de la nación a los genocidas de las FARC, en un nefasto cogobierno, para luego desarrollar el totalitarismo leninista-estalinista. Así lo corroboran el “gradualismo” Fabiano o de la Tercera Vía ya mencionados y las declaraciones del director de Voz, principal periódico de la izquierda, Carlos Lozano Guillén, miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista: “Un gobierno democrático y popular… puede abrir el camino al socialismo en Colombia”. Y citando a Marta Harnecker, Lozano afirma: Para la “nueva izquierda, la política debe ser el arte de la construcción de una fuerza antisistèmica” (7). Conclusión: utilizar el sistema democrático para acabar el sistema democrático, como ha ocurrido en toda América del Sur (UNASUR) a partir del modelo chavista de Venezuela o Socialismo del Siglo XXI.
Ante esta inminente amenaza totalitaria que se cierne sobre Colombia, que comenzó a instaurarse con la entrega santista del país a las FARC en los acuerdos del mal llamado proceso de paz de La Habana, es imperativo que todos los colombianos, incluida la Fuerza Pública, cierren filas ya, a tiempo, en defensa de la libertad individual y la propiedad privada no monopolista y asumamos el derecho a la agresiòn defensiva o legítima defensa. Como señalara Erich Fromm, “La agresividad defensiva esta ‘integrada’ en el cerebro animal y el humano y tiene por misión la defensa frente a las amenazas a los intereses vitales… El objetivo de la agresión defensiva no es el placer de destruir sino la conservación de la vida… El hombre tiende a ser motivado por su tendencia, preparada filogenéticamente (como especie), a la agresión defensiva cuando están en peligro su vida, su salud, su libertad o su propiedad. (…) Entre todas las amenazas a los intereses vitales del hombre, la amenaza a su libertad tiene una importancia extraordinaria, individual y socialmente… hay bastantes pruebas que indican que el deseo de libertad es una reacción biológica del organismo humano” (8).
Por su parte, en relación con el mismo tema y en particular con la defensa de la propiedad, el esclarecido economista Murray Rothbard en su libro La ética de la libertad, afirma: “Si todas las personas tienen derecho absoluto a sus propiedades legítimamente adquiridas, se sigue que lo tienen también a conservarlas, esto es, a defenderlas, incluso mediante el recurso a la fuerza… Afirmar que alguien tiene derecho absoluto sobre una determinada propiedad, pero no el derecho a defenderla contra ataques o invasiones, equivale a confesar que no tiene aquel derecho total que en un primer momento se le concedía.
“Además, si a todos los individuos les asiste el derecho a defender a su persona y sus propiedades contra los ataques, gozan también, por pura lógica, del derecho a contratar o aceptar la ayuda de otros para hacer efectiva esta defensa.
“De nuestro análisis del tema de la defensa se desprende con meridiana claridad el derecho de todas las personas a poseer armas, ya sea para su autodefensa o para cualquier otro propósito lícito” (9).
A propósito ¿dónde están los aproximadamente 500.000 hombres de la Fuerza Pública (Fuerzas Militares y de Policía), si es que existen, que se supone enfrentan a los 10.000 asesinos de las FARC y sus bases de apoyo, en una relación de cincuenta contra uno, que pudiendo así derrotar fácilmente la guerra irregular subversiva con una guerra irregular antisubversiva y exterminar ese grupo liberticida y genocida, no lo logran y no actúan a plenitud? La explicación es que los políticos, mercenarios y corruptos por naturaleza, y sus gobiernos mafiosos han hecho de esta guerra, junto con la sinarquía, un negocio monumental y sobre todo de la guerra prolongada. Para ello en cada gobierno se proponen unos “diálogos de paz” con lo cual se detiene la acción de la Fuerza Pública. Y así se cumplieron 51 años hasta hoy, cuando un gobierno traidor como el de Juan Manuel Santos, amancebado ideológica y económicamente con las Farc, decidió entregarle el país al esclavismo estalinista en nombre de la “paz”.
Solo resta recordar las sabias palabras del Papa Juan Pablo II: “Los pueblos tienen el derecho e incluso el deber de, a través de medios proporcionados, proteger su existencia y su libertad contra un agresor inicuo” (10).
NOTAS:
1. V.T. Neelakanton y S.A.A. Ramaiaih, La voz de Babaji. Editado por Babaji’s kriya Yoga Order of Acharyas. Inc, Canadá, 2003, pág. 438; 2. Stephane Courtois, Nicolás Werth y otros, El libro negro del comunismo. Editorial Planeta, Barcelona, 1998, pág. 16 y 17; 3. Ídem., pág. 20; 4. Ron Paul, La propiedad privada es la esencia de la libertad. www.miseshispano.org , 14 de octubre de 2013; 5. Jhon Christian, Ciudad de Londres, Sociedad Fabiana y la conspiración para el ‘comunismo del siglo XXI. www.editorial.streicher.blogspot.com , 2006; 6. Ídem.; 7. La izquierda del siglo XXI, Ediciones Aurora, Bogotá, 2013, págs. 53 y 48; 8. Erich Fromm, Anatomía de la destructividad humana. Siglo XXI Editores, México, 1977, págs. 191, 201 y 204; 9. Murray Rothbard, La ética de la libertad, Unión Editorial, Madrid, 1995, págs. 121 y 127; 10. General Etiene Copel, Vencer a la guerra. Ediciones El Paìs, Madrid, 1985, pág. 99.
Bogotá, 7 de junio de 2015
Publicado en www.dianaduquegomez.blogspot.com