Cerrando fronteras
Opinión

Cerrando fronteras

Lo más demencial de todo es oír y ver la fanaticada que en todas partes del mundo pide y grita por un cierre total de fronteras

Por:
julio 22, 2016
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Cuatro u ocho dementes cargados de explosivos hasta los dientes y confiados en llegar al cielo rapidito gracias a su acción en contra de los infieles, entran en cualquier sitio lleno de gente y con la explosión causan la muerte de cien personas, doscientas…

El asunto es simplemente aterrador, y a medida que se va convirtiendo en más común y más visto, va adquiriendo una fuerza descomunal de la cual “el orden” occidental parece que no tiene dientes para atajarla.

No es una guerra como tal en donde el ejército A saca los tanques para repeler el ataque del ejército B que ha avanzado sus líneas. Tampoco se trata de una guerra fría entre dos fuerzas que periódicamente se miden el aceite y menos aun se trata de la pronta guerra directa y terrorífica entre el mundo occidental y el mundo oriental. La santa y siempre benéfica cristiandad contra la locura del temible Islam. La respuesta de occidente (Francia) suele limitarse a tres o cuatro bombardeos supuestamente a las bases de Isis en Siria que, aparte de los cien o doscientos muertos, logra hacer las cosas más inentendible.

Y tampoco se trata de un asunto que atente contra las bellas y turísticas ciudades europeas, y la prueba no puede ser otra diferente al verdadero terror que puede haber en Siria, Irak y etc. cuando otros cuatro u ocho dementes estallan en la plaza de mercado y causan los cientos de muertos.

Es una situación loca y demencial y ciertamente resulta muy complicado dar con todos y cada uno de los locatos que andan por el mundo y cuya única función en la tierra se convierte en vengar a los muchos infieles que pueblan el mundo.

Pero lo más demencial de todo es oír y ver la fanaticada que en todas partes del mundo pide y grita por un cierre total de fronteras. Y razón no le falta, si no hubiera un solo musulmán fuera de sus tierras, difícilmente Isis podría acometer sus actos terroristas con tanta facilidad.

Pero, siendo sinceros y con la mano en el corazón, ¿piensan que la solución a todo es cerrar fronteras?

Cerrar fronteras solo conlleva a que millones de seres humanos que salen corriendo de sus países no puedan atravesar una puerta para lograr una mejor vida, cuando resulta claro, perfectamente claro, que los dementes de Isis son una ínfima minoría, fuertes en sus zonas de control y contados con los dedos en el mundo occidental.

 

Bajo la misma lógica de los que piden el cierre de fronteras,
¿por qué no pedimos un cierre de fronteras
para todos los colombianos?

 

Bajo la misma lógica de los que piden el cierre de fronteras, ¿por qué no pedimos un cierre de fronteras para todos los colombianos? Si somos uno de los principales productores de coca, pues la lógica indica que lo mejor para el mundo es que ningún colombiano salga del país, nunca jamás, y así el mundo se liberará de esa plaga.

Y sigamos cerrando fronteras para que los chinos no nos invadan y en ese orden de ideas cada país vivirá en su pequeño bloque de hielo alejado de las malas influencias del externo.

Lógicas ilógicas, y lo aterrador es ver cómo la extrema derecha, racista por principio, va tomando cada vez más fuerza en los países amenazados por el terrorismo de Isis.

 

Y hablando de…

Y hablando de lógicas, resulta cuando menos interesante que parecen que vuelven las sesiones de terapia del buen comportamiento para que los salvajes e ignorantes de las más sencillas reglas de la conducción automovilista en Bogotá (una gigantesca mayoría) sean regañados por dos payasos que les increparán por detenerse en los inexistentes pasos de cebra.

Y ya quiero ver la cara del simpático payaso cuando el chofer de la narcotoyota que transporta al buen hombre de la patria le increpe gritando usted no sabe a quién llevo yo mientras deja ver en la entrepierna una coqueta ametralladora.

Y mientras el payaso hace sus ademanes pedagógicos, el policía de la esquina está pendiente de su facebook.

Nadie duda de los beneficios de la pedagogía, pero ya Mockus lo practicó en su momento y creería que de poco sirvió y la prueba está en el demencial caos vehicular bogotano en donde cada cual va para llegar primero.

Policías que sancionen y estén ajenos al billete pequeño o grande que le suelte el infractor sería el sueño de muchos, y si hubiera un alcalde metido en la tarea aquel sueño podría ser una realidad.

Pero no, saquemos payasos.

 

 

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