Según el punto 3.2.1.1 del Acuerdo Final (Pág.70) el movimiento político que surja de las Farc recibirá una suma equivalente al 7% de lo que anualmente se reparte entre los partidos políticos para la creación y posterior financiación de un centro de pensamiento. La asignación presupuestaria irá hasta el 2022, es decir, por un periodo de 6 años el partido de las Farc recibirá anualmente cerca de 2500 millones de pesos (estimado) para el financiamiento de su plataforma ideológica y programática. Una cifra considerable si se tiene presente que los actuales partidos tienen que asumir el costo de esos espacios de su presupuesto anual (que responde a criterios de representación en corporaciones públicas) y que por fuera de esa suma el movimiento político de las Farc recibirá otro estimado del 7% (hasta 2026) para su funcionamiento como estructura partidista.
Esa destinación específica para un centro de pensamiento (que levantó mucha ampolla en algunos sectores opositores) busca facilitar el tránsito de las Farc a la legalidad con la creación de un instituto permanente que permita la difusión de su plataforma ideológica, la formación política de sus militantes, la creación de estrategias de acercamiento con los ciudadanos y la divulgación de las propuestas programáticas de su partido. Nada difícil en un movimiento que se autodefinió por décadas como un “partido político alzado en armas” y que bajo la más férrea ideología marxista-leninista se estructuró en células político-militares. En ese sentido, se espera que su eventual centro de pensamiento responda a esa misma disciplina. En un sistema de partidos que no se caracteriza por la profundidad de sus debates ideológicos esto será una gran novedad. Pero a todas estas, ¿Qué es un centro de pensamiento?
Por excelencia un centro de pensamiento es el espacio de formación política de los partidos y movimientos políticos. Se supone que cada partido cuenta con uno y desde allí se realizan actividades de formación en liderazgo, políticas públicas, planes de desarrollo y asistencia técnica a la actividad pública de quienes a título del partido ocupan cargos de representación popular. Sin embargo, en la práctica a ningún partido le interesa consolidar un centro de pensamiento sólido, descentralizado o que sea referente de formación en el país. Y a pesar que en sus estatutos puedan contemplar destinaciones especificas (el 10% del presupuesto anual en el caso del Instituto de Pensamiento Liberal) estos espacios se ven afectados por la centralidad de la burocracia partidista, la desconexión con las regiones, la precariedad de los recursos y el desinterés de la gran mayoría de los políticos por tender puentes con la sociedad civil.
En realidad, los partidos no son percibidos por los colombianos como instituciones preocupadas por fomentar espacios de formación política porque su quehacer se reduce exclusivamente a intereses electorales, clientelares y burocráticos (de ahí el merecido desprestigio que los ubica como la institución más impopular del país). Ante este panorama y las pocas perspectivas de cambio algunos equipos políticos han optados por crear espacios de formación al margen de los “centros de pensamiento” oficiales. En Antioquia, el equipo político Unidad Liberal creó el Centro de pensamiento Guillermo Gaviria Correa (en memoria al exgobernador y pacifista asesinado por las Farc), como un espacio de formación y divulgación donde se discuten temas de interés nacional. Hasta el momento es el único centro de pensamiento de su tipo en Antioquia.
Un centro de pensamiento para el partido político que surja de las Farc va en la línea de un partido de orientación marxista-leninista caracterizado por el purismo ideológico de sus cuadros y militantes. Por eso creo que ese punto en el Acuerdo fue una exigencia particular de las Farc para su proceso de reincorporación política. Será una gran novedad en el sistema de partidos colombiano que deberá obligar a los demás partidos a reflexionar sobre estos espacios como realmente importantes para dinamizar la política más allá del plano electoral. Al menos las Farc si tienen claro que la creación de un centro de pensamiento será un insumo para limpiar su imagen y darle credibilidad a su propuesta política en el posconflicto. Y los otros partidos, ¿Cómo lo piensan hacer?
