En medio de la contienda electoral en la que nos embarcamos, el Centro Democrático como partido de gobierno tiene una gran responsabilidad y no es solo la de continuar con las banderas y valores del expresidente Uribe, sino también mostrar su talante y capacidad democrática y gobierno, aún en la pluralidad.
Sin embargo, a la fecha el partido se ve golpeado, sin rumbo ni liderazgo y con un claro machismo a la hora de la elección del representante del partido para las presidenciales, invisibilizando nombres como el de María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, que han expresado sus deseos de aspirar y que no solo representan lo que es el uribismo sino que además tienen idea de gestión pública.
La colectividad cada vez más se desfigura ante la opinión pública. Hay preocupación porque el Centro Democrático, con lo grande que es y lo que representa, termine siendo el hazmerreír de las próximas elecciones por la imposibilidad de enderezar el rumbo y reconocer en las mujeres el gran potencial y la capacidad de toma de decisiones que tienen. Además, contar con la asesoría del presidente Uribe es una garantía de éxito para nuestro país, y ellas saben escucharlo.
Es increíble ver cómo el partido también hace juego al machismo y enfila todo su poder y maquinaria para respaldar a Óscar Iván Zuluaga y nadie alza la voz por las mujeres, ninguno ve su gran potencial y la oportunidad de ganar las elecciones y se quedan en personas que ya perdieron su posibilidad; el partido se ha quedado en el patriarcado, no evoluciona y cede ante los intereses mezquinos de unos cuántos incapaces de reconocer nuestras capacidades.
Nosotras las mujeres del Centro Democrático llevamos años ganándonos los espacios dentro del partido y demostrando nuestro liderazgo. Ha sido gracias a nosotras las mujeres que la colectividad ha mantenido su vigencia y sus grandes defensas en el ámbito nacional, regional y local. Son las mujeres del Centro Democrático las que más resaltan en las esferas nacionales y quienes han tenido la gallardía de enfrentarse a la izquierda rampante y mezquina que divide y agita este país.
Es momento de las mujeres. Es momento de que nosotras tomemos las riendas del partido y lo hagamos grande otra vez; de nosotras mismas depende que nos apoyemos y visibilicemos, porque así como hemos sido grandes para defender al país de la miseria que trae la izquierda, lo debemos ser para salvar el partido.