Aunque en la Constitución Política de Colombia está consignado el artículo 20, el cual garantiza la libre expresión y no censura a cualquier individuo o medio que quiera expresarse, la realidad de nuestro país dice todo lo contrario, sobre todo si es un estudiante el que decide opinar frente a los procesos administrativos y académicos de su respectiva universidad.
La censura en las universidades no solo se evidencia en aquellas que son públicas, también se presenta con mayor fuerza en las instituciones privadas. Tal es el caso de Hernán Darío Ospina Reyes, estudiante de la facultad de derecho de la Universidad Santiago de Cali, el cual decidió alzar su voz en el medio Pazífico Noticias sobre los cambios realizados por parte de la institución frente a algunas clases presenciales, que a partir de decisiones administrativas se convirtieron en modalidad virtual.
Para colmo de males, la universidad canceló la matrícula del estudiante por dos periodos académicos y además lo remitió al psicólogo. Según los directivos, las medidas fueron tomadas al considerar que Hernán Darío había afectado el "buen nombre de la institución". Aunque el cuento pintaba un final triste, la Corte Constitucional se pronunció al respecto y declaró que dichas medidas eran un evidente caso de censura por parte de la universidad.
Casos como el de Hernán Darío se viven a diario en las universidades. Muchas veces por miedo los estudiantes tememos expresar nuestras inconformidades frente a las decisiones tomadas por la institución, solo por no incurrir en "afectar el buen nombre de la universidad". Es aquí donde la censura se convierte una herramienta para silenciar a aquellos que piensan y opinan diferente.
En las universidades se viven dinámicas que nos incomodan como estudiantes. En muchas ocasiones debemos cursar materias que son una pérdida de tiempo y que no cumplen a cabalidad con los contenidos propuestos por la institución. Así mismo, estamos expuestos a profesores mediocres, con metodología infantil, que cancelan o llegan a las clases sin algún motivo. Ah, y ni qué decir del acoso que se vive por parte de docentes a estudiantes, un tema tan "escabroso" para aquellos que quieren ocultar la problemática y mantener el "buen nombre de la universidad".
Esas y otras situaciones son vivenciadas a diario en las diferentes universidades del país, situaciones en donde se pone en riesgo la calidad académica y psicosocial del estudiante. Es por esto que las universidades deben generar espacios de diálogo, de debate, que permitan el respeto y la libre expresión. Así mismo, las universidades deben dar cuenta de cómo se distribuyen los recursos y cuáles son las decisiones que al tomar, afectan a la comunidad estudiantil.
A nosotros los estudiantes nos queda la labor de no callar ante lo que nos incomoda, de enfrentar el miedo a cualquier represalia o censura por parte de la universidad. Sin embargo, es preciso seguir un conducto regular y tocar las puertas que sean necesarias para dar a conocer nuestras inconformidades. Tenemos la responsabilidad de expresar y hacer valer nuestras opiniones, por lo tanto para nosotros los universitarios callar no es una opción.
