Recientemente el gobierno celebró que, 7 días antes de lo planeado, logró llegar a la meta de 3.000 vacunados, en medio de un tercer pico que obliga a tomar medidas que afectan varios sectores de la economía.
Es injusto ver cómo personas que no tienen cómo vivir cómodamente tienen que desafiar las restricciones impuestas en varias ciudades del país solo porque los subsidios que les prometieron desde hace ya más de un año fueron robados o usados para otras cosas; como se diría popularmente, se lo mecatiaron en otras cositas.
La corrupción, como siempre, a su máximo nivel en Colombia. Pero eso sí, la culpa es de los "irresponsables" que salen a la calle a "contagiar a los demás", un punto de vista de los tantos que comenta la gente privilegiada, la que se siente con el derecho de señalar a quienes, como ya se dijo, se ven obligados a salir en medio de la pandemia para buscarse el pan diario o la plata para el arriendo de la pieza.
En países como Estados Unidos, el presidente Joe Biden celebra haber llegado a las 150 millones de dosis aplicadas en solo 75 días de mandato. Acá, en el país del Sagrado Corazón, nos tenemos que conformar con 3.000 dosis, porque nosotros los colombianos no queremos progresar, y tampoco queremos despertar.
La única solución para todos los males de Colombia reside en la conciencia del pueblo y en su poder de elegir buenos mandatarios. El manejo de la pandemia será un factor decisivo en las elecciones del 2022. Ojalá el colombiano de a pie vote concienzudamente, y no se deje llevar por un tamal o por un mercado.