Celebración del orgullo gay en Medellín, un paso más hacia la democracia

Celebración del orgullo gay en Medellín, un paso más hacia la democracia

A pesar de lo ocurrido en el Pueblito Paisa el pasado fin de semana, en la ciudad hay un movimiento que asume la defensa de los pisoteados derechos de la Constitución de 1991

Por: Tiberio Gutiérrez Echeverri
julio 02, 2019
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Celebración del orgullo gay en Medellín, un paso más hacia la democracia
Foto: Guillaume Paumier - CC BY 3.0

A raíz de la celebración del día universal del orgullo gay en Medellín, es pertinente la pregunta sobre la importancia de este acontecimiento para los sectores democráticos y progresistas de la ciudad, teniendo en cuenta la necesidad de un estudio que aporte elementos de juicio para poder elaborar un programa democrático en las próximas elecciones de octubre.

En este sentido me parece que la celebración del orgullo gay se constituyó en un acontecimiento nunca antes visto en la capital antioqueña, una región que se ha caracterizado por su endogamia genética y cultural, como lo afirma el médico Emilio Yunis Turbay analizando el mestizaje de Colombia y de la cultura paisa en particular.

En el mismo sentido hay que analizar la noticia sobre el “poliamor” en Medellín, que rompe los esquemas más tradicionales y conservadores de la famosa cultura antioqueña, a raíz de la muerte de uno de los tres integrantes del matrimonio homosexual en la ciudad y el reclamo del derecho de pensión para cada uno de los dos cónyuges; además de la noticia de la manifestación de cinco mil cannabicultores en defensa del consumo público la dosis personal de marihuana en el parque de Berrío de Medellín.

En efecto, la celebración de los 50 años del orgullo gay nos puede servir para reflexionar sobre los acontecimientos políticos recientes que han ocurrido en el país, y específicamente en la parroquia antioqueña, acontecimientos que están revelando una sociedad fallida que puja por salir adelante, no obstante los obstáculos interpuestos por una oposición violenta que estamos padeciendo desde 1492 con el genocidio de los aborígenes durante la los 300 años de la conquista y la colonia, que se prolonga en forma recurrente en los 200 años de vida republicana, que ahora nos disponemos a celebrar el 7 de agosto de 2019, sin poder solucionar todavía los mismos problemas de siempre.

El hecho de que el señor haya arriado la bandera del arco iris del grupo gay en el pueblito paisa del cerro Nutibara de Medellín, cortando con una navaja que saca de su carriel el cordón de la bandera y rompiéndola y tirando sus pedazos a una caneca de basura, y luego haciendo el papel de un energúmeno descontrolado vociferando descompuesto contra las autoridades departamentales y municipales, retándolas en forma violenta como si estuviera bañado por ola de gloria inmarcesible, impugnándolas en el sentido en el sentido de que si ellos no eran capaces de defender los símbolos patrios, el “Movimiento Paisa” sí tenía los cojones para hacerse demoler en defensa de los antioqueños, actitud está diciendo con su comportamiento de troglodita de la edad media, que el amo, señor y dueño de la tierra y de los pueblos que habitan sus contornos es el que manda en su latifundio, cuyos árboles no le han permitido ver el bosque de la modernidad, en un acto de la más burda manifestación fascista que fue filmado y grabado a propósito para la audiencia de las redes sociales, y que se ha constituido no solamente en una ofensa grave contra el respeto y la convivencia de los colombianos, sino también en una clara incitación al terrorismo de los sectores más reaccionarios del Centro Democrático, y que sin duda se convierte en un llamando a un sector considerable de la población antioqueña a votar por un poder autoritario, antidemocrático y violento en las próximas elecciones de octubre, aupados por los discursos incendiarios y terroristas del “Mesías” de la tierra prometida y de su coro de arcángeles parroquiales que le acompañan.

Con el mensaje de odio transmitido que infunde miedo con el proceder de un lumpen-paramilitar fue recibida la celebración del orgullo gay en el Pueblito Paisa de Medellín, ante lo cual el alcalde de la ciudad hizo un llamado a construir una sociedad tolerante y respetuosa con las diversas manifestaciones culturales y de orientación sexual de cada individuo que, frente una agresión tan significativa y violenta se queda con el canto a la bandera de una multa del Código de Policía y la obligación de asistir a un cursillo de “convivencia”, para las ovejas descarriadas de la sociedad, es decir, un mensaje subliminal para las graderías con el ánimo de cerrar su administración municipal en la ciudad más innovadora del mundo.

Sería bueno saber si en el Código Penal Colombiano existe la tipificación de un delito que tenga relación con los actos cometidos por el “señor” de marras en el Pueblito Paisa. Semejante adefesio en nombre de la “cultura antioqueña”, a falta de poncho y alpargatas está mostrando muy bien el desierto mental y la estatura moral de la cultura que administra la clase dominante antioqueña.

A pesar de semejante exabrupto, y no obstante semejante esperpento, el 30 de junio se celebró el día del orgullo gay con multitudinarias manifestaciones no solo en las principales capitales del mundo, sino también el en las principales capitales de Colombia: Cali, Bogotá, Manizales, Bucaramanga, Barranquilla, y con el pesar y la rabia de los mesías iluminados de la tierra prometida, en la capital de la montaña marcharon 16.000 personas, porque, aunque usted no lo crea, Medellín también está integrada por una población que “lleva el hierro entre sus manos porque en el cuello le pesa” como decía el poeta Epifanio Mejía en el himno antioqueño.

Estas manifestaciones multitudinarias, coloridas y musicales, además del Festival Internacional de Poesía de Medellín que acaba de empezar, están diciendo con elocuencia de que a pesar de tanto oscurantismo disfrazado con los valores de los trabajadores antioqueños, en Medellín y en Colombia hay un movimiento democrático que crece todos los días asumiendo la defensa de los derechos de la Constitución del 91, pisoteada por la casta dominante que no ha terminado de morir, cuando despunta el movimiento popular que empieza a renacer con vigoroso aliento.

La comunidad gay, herencia cultural de la humanidad expropiada, despojada, extrañada, excluida, marginada, criminalizada y asesinada, como todas los movimientos con raíces populares, y serán invencibles y crecerán “como crecen las sombras cuando el sol declina”, aún en contra de los obstáculos de los sepulcros blanqueados de la clase dominante que se interponen con la violencia para defender sus privilegios, para decirle al mundo desde Medellín que la diversidad es el color de la naturaleza y de la humanidad y que el respeto, la dignidad, la tolerancia y la convivencia dentro de la diversidad, en el camino para la construcción de una paz democrática con justicia social para las mayorías nacionales.

Al respecto es oportuno traer a cuento algunos apartes de la carta de Segismundo Freud a una madre preocupada por la orientación sexual de su hijo, que me parece que ilustran muy bien sobre la materia: “La homosexualidad no es nada de lo cual avergonzarse, no hay vicio, no hay degradación, no puede ser clasificada como una enfermedad; consideramos que es una variación de la función sexual”, dice Freud en su carta publicada en la International Journal of Psycho-Analysis, y luego añade: “Muchos individuos altamente respetables de los tiempos antiguos y modernos han sido homosexuales, varios de los hombres más grandes entre ellos Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, etc. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen, y también una crueldad”

En uno de sus primeros artículos, La moral sexual cultural y la neurosis moderna, condenó la intolerancia contra las personas homosexuales: “Una de las más evidentes injusticias sociales es la de que el estándar cultural exija de todas las personas la misma conducta sexual, que, fácil de observar para aquellas cuya constitución se lo permite, impone a otros los más graves sacrificios psíquicos”, y al final de la carta agrega: “Lo que el análisis puede hacer por su hijo va en dirección diferente. Si es infeliz, neurótico, está desgarrado por conflictos o inhibido en su vida social, el análisis puede brindarle armonía, paz mental y plena eficiencia, ya siga siendo homosexual o cambie”.

Aunque la sociedad es cada vez más abierta y tolerante sigue siendo más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, como dijera Albert Einstein. Cualquier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia. La construcción de una cultura de la tolerancia y del respeto parte de cubrir las políticas educativas del Estado. Hay que enseñar a cultivar el respeto por la diversidad sexual desde los primeros años de la educación; hay que hacer un esfuerzo muy grande para enseñarle a todo el mundo los valores de la diversidad y de la democracia.

No solo los mecanismos de estigmatización y de exclusión funcionan contra la cultura gay, también se emplean como herramientas de la clase dominante para defender sus privilegios como ha sucedido con otros movimientos que luchan por sus derechos. Esto se puede ver con los atropellos y asesinatos sufridos por  los militantes de los movimientos revolucionarios y progresistas, como sucedió con el genocidio contra la Unión Patriótica, el asesinato de los exguerrilleros de las Farc desmovilizados y el asesinato de María del Pilar Hurtado frente a su hijo menor, en una calle del municipio de Tierralta, departamento de Córdoba, a plena luz del día, por sicarios motorizados al servicio de latifundistas y narcotraficantes.

Por eso frente al crecimiento de la ultraderecha fascista en el mundo y en Colombia, el aumento de los movimientos conservadores y religiosos fanáticos que pretenden echar para atrás los avances obtenidos legalmente y la coyuntura electoral del 27 de octubre, hay que estar avisados sobre la utilización electorera que pueden hacer los grupos retardatarios de los temas de la orientación sexual. Lo anterior con discursos que favorecen a los candidatos para confundir con mentiras las creencias religiosas de los feligreses incautos y para poder acceder a los cargos de elección popular, así como pasó con el manejo del plebiscito por parte de un sector muy grande de la Iglesia católica y de las demás iglesias evangélicas de Colombia.

En este sentido, el movimiento del orgullo gay debería hacer parte de un frente amplio por la paz y la democracia con todos los movimientos democráticos y progresistas de Colombia, para poder tener una herramienta con la cual defender sus derechos políticos, económicos y sociales, en la perspectiva de la construcción de una verdadera cultura democrática.

 

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