Semanas después de que un francotirador del Ejército Nacional le reventó la cabeza a Guacho, sus hombres, los que conformaban la Oliver Sinisterra, una de las disidencias de las Farc más temidas, empezaron a hacer trituradas por las fuerzas de Contador, el capo que domina todo en Tumaco desde el 2015. Aunque intentaron resistir el embate a los pocos que quedaron vivos no les quedó de otra que sumarse a las filas de este hombre que supervisa cada uno de los negocios que se hacen en el Sur del país.
Por esa época, enero del 2019, la guerra que desataba en el Sur del país dejó más de 300 colombianos desplazados que lo único que podían hacer para huir de las balas era refugiarse en la Parroquia Palma Real de la provincia de Esmeraldas en Ecuador.
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Un año después nadie ha podido si quiera tomarle una foto a Contador. Lo único que se sabe es que se mueve con soltura por Tumaco, el puerto desde donde salen anualmente toneladas de coca para las costas mexicanas, el lugar que se ha convertido en uno de los centros de operaciones del cartel de Sinaloa y cuya guerra constante ha desplazado en las primeras semanas del 2020 a más de 3.000 personas en Tumaco.
Contador sigue siendo un rumor del viento, una sombra difusa que se desplaza al borde del pacífico con una escolta personal de 150 hombres, en carros del alta gama aprovisionados de bafles de alta potencia siempre haciendo vibrar un vallenato o una ranchera. Dicen que nació en Medellín en 1980, que su imperio se construyó en el municipio de Llorente, que se levanta a las 3 de la tarde y se acuesta a la 1 de la mañana. Incluso los lugareños creen que tiene poderes que no son de este mundo como convertirse en pájaro o en tigre cada vez que sus enemigos intentan seguirle los pasos.
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Contador nunca perteneció a las Farc pero se benefició de los acuerdos de paz que sostuvo esta guerrilla con el gobierno de Juan Manuel Santos. Contador si nutrió de coca a todos los jefes guerrilleros que no quisieron adherirse a los acuerdos de La Habana. Con el primero que hizo negocios fue con don Y quien creó a comienzos del 2015 las Guerrillas Unidas del Pacífico, un grupo armado que duraría apenas unos meses hasta que el ejército mató en un bombardeo a Don Y. Luego tuvo que vérsela con el hermano de este, David, pero Guacho rápidamente lo desplazaría. Con Guacho los negocios fluyeron hasta que mató a tres periodistas del diario El Comercio de Ecuador y trajo sobre ese lugar los reflectores de los medios de la región.
Un año después de la muerte de Guacho Contador sigue siendo un fantasma. No hay una solo foto, ni siquiera se sabe su nombre real, no hay huellas dactilares. Solo rumores. Cuando en junio del 2017 cinco narcos del Cartel de Sinaloa liderados por alias Puma llegaron a sacar dos toneladas de cocaína por el río Mira hasta el Pacífico de donde saldría el cargamento hasta México, una operación que bordeó los USD$3.4 millones. El hombre que dio el visto bueno de la operación, el que habla directamente con el Cartel de Sinaloa, es alias Contador.
Tumaco se ha forrado en coca. Durante los últimos 15 años se han multiplicado las hectáreas de coca hasta llegar a las 26 mil. Después de la firma de los acuerdos de paz en el teatro Colón, en noviembre del 2016, las disidencias de las Farc. Contador es el que decide a quien le vende, con quien negocia, quien camina y quien vive en la zona. Él fue quien le bajó el pulgar a Guacho y a cualquiera que decida interferir en sus negocios en la zona. Es tanto su poder que cualquier molestia suya puede ocasionar un desplazamiento masivo como el que ocurrió a principios del 2020.
Muchos en Tumaco señalan sus propiedades en el puerto. Cada vez son más las casas que compra y las conciencias de sus testaferros que se cuentan por docenas. A la protección de sus hombres se suma ahora la del Cartel de Sinaloa quienes han puesto efectivos para que lo cuiden. Tener bien a Contador, sin que nadie sepa su rostro, sin que nadie lo toque, es una garantía de que los negocios seguirán bien. El estado es sólo un pequeño inconveniente que se arregla barato y rápido.
Ahora que fue capturado por un grupo élite de la policía lo ubicó en la madrugada del 21 de febrero mientras estaba en su campamento en un punto intermedio entre Nariño y Caquetá, se le da uno de los golpes más duros que ha recibido la disidencia de las Farc desde la muerte de Guacho.