Dicen que los malos tiempos ahuyentan las falsas amistades. En Nariño sí que podemos dar testimonio de ello. Hace veinte siglos Séneca ya sostenía que la empatía (empátheia) no se cristaliza con una simple frase de consuelo, sino asumiendo el dolor del otro como propio y tal vez procurando su alivio. Nuevamente la furia de los elementos naturales golpean al Cauca y Nariño y otra vez la indiferencia lacera a la ciudadanía del sur.
El reproche esta vez no ha de ser contra la institucionalidad, que dentro de sus posibilidades ha desplegado lo necesario para atender la crisis, ni tampoco hacia los líderes regionales que hacen lo propio; sino que más bien ha de dirigirse hacia algunos de nuestros propios conciudadanos e incluso hacia los vecinos que se jactan y hacen alarde al pronunciar la palabra “hermandad” pero muestran su real esencia cuando se trata de actuar.
El filósofo francés Montesquieu decía en sus disertaciones: “Si supiera de alguna cosa que fuera útil para mi, pero perjudicial para mi familia, la expulsaría de mi mente. Si supiera de alguna cosa útil para mi familia, pero que no lo fuese para mi patria, trataría de olvidarlo. Si supiera de alguna cosa útil para mi patria, pero perjudicial para el continente lo consideraría un crimen”.
En la actualidad ese planteamiento se ha invertido totalmente; pues solo nos interesa aquello que es útil para nosotros o para nuestro círculo inmediato, no importa lo que pase afuera, incluso no ha de preocuparnos si el país o el continente convulsionan ante nuestros ojos. Se ha demostrado que el afán se centra en aprovechar la calamidad para enriquecerse.
No es un acto de victimización, pues los pueblos de Cauca y Nariño son lo suficientemente altivos para encajar en ese rol; al contrario, cada adversidad se convierte en un impulso y un catalizador para el despliegue de todas las capacidades de las mujeres y hombres de esta tierra. Seguramente, más temprano que tarde, el sur podrá abrir de nuevo sus puertas y los acogerá a todos con la acostumbrada generosidad; incluso a aquellos que hoy con saña nos ofenden y desconocen.