Indaga en su página de Facebook el periodista Rubén Darío Zúñiga Guevara: “El Cauca tiene un enorme problema de liderazgo político, social, gremial y empresarial, que en el peor de los casos nos mantiene hundidos en un eterno problema de inequidad ante el resto del país. ¿Para dónde va la región? Parece sencilla la pregunta, ¿será fácil la respuesta?” Entre las primeras respuestas, el representante a la Cámara Oscar Ospina opina: “O empujamos un pacto social por el derecho al Cauca para tod@s o seguiremos en una confrontación de afectados. Somos afectados por el centralismo y la exclusión o ¿a qué se debe nuestro atraso?”
Así pueden plantearse muchos puntos de vista sobre los múltiples factores que tienen al Cauca como está, sujeto a los vaivenes entre la historia añorada de cuando era rico y extenso hasta inicios del siglo XX y el presente sacudido por las crisis nacionales, regionales, locales y étnicas, con una economía bamboleando entre la ilegalidad del narcotráfico, la minería ilegal y la corrupción administrativa y política, el capitalismo neoliberal del norte del departamento, la economía del comercio y construcción en auge junto a pequeñas y medianas empresas del centro, más la economía colectivizada a su manera por las comunidades indígenas, cada vez con más territorio y recursos del Estado para manejar con autonomía su educación, salud y proyectos productivos, con una población campesina en el minifundio cafetero y de pancoger, sobreviviendo entre la espada y la pared del avance de los resguardos y el abandono estatal, sin olvidar a las comunidades afrodescendientes, con sus territorios amenazados por del auge de la coca y minería ilegal en medio de la violencia. Todo este sombrío panorama con una dirigencia política desunida y más preocupada por asegurar su futuro personal y político que de sacar adelante a su feudo.
Y ahí surge el problema del vacío en el ordenamiento territorial del país y del Cauca, incluyendo lo relacionado con departamentos, provincias, territorios indígenas, afros, baldíos, etc, dejado apenas esbozado en la Constitución del 91 y en la práctica aprovechado por las comunidades indígenas, que después que Lleras Restrepo intentó revivir la Reforma Agraria en 1968, al estimular la creación de la Asociación nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, en 1971 fundaron el CRIC para luchar por la recuperación de la Tierra y Cultura. Desde entonces han sido las fuerzas más organizadas y cohesionadas del departamento y con mayor capacidad de movilización en la lucha por sus pliegos de peticiones que incluyen no sólo la recuperación de sus territorios delimitados desde la colonia mediante cédulas reales, sino la ampliación de los actuales, en una mapa que no es de caucho y en el que conviven campesinos mestizos, afros y empresarios agrícolas que siempre llevarán las de perder, si principal el argumento de los indígenas, es, que ellos, fueron los primeros pobladores de América y como tales son dueños de todo el territorio.
El problema de las etnias y autonomías aflora en todos los continentes y países. Ahí tenemos el caso de España, con los nacionalistas catalanes haciendo valer sus diferencias étnicas y lingüísticas para independizarse del todo del país, a pesar de haber ganado autonomía en el manejo de sus finanzas y vida cotidiana desde que murió el dictador Franco en 1975. Antes lo habían hecho los vascos, los más radicales fundadores de la guerrilla ETA, y de otras regiones donde el castellano no es el idioma nativo.
Y eso que los españoles tienen su historia de cruces y mestizajes de razas y lenguas, desde los primitivos de las cuevas de Altamira, hasta las invasiones de los galos, normandos, los cartagineses y romanos, más los ocho siglos de reinos árabes en Andalucia, Sevilla, Córdoba y otras regiones y en décadas recientes con el aumento de inmigrantes del África, sur américa y Europa central.
Al no haber un consenso entre las comunidades que habitan las diversas regiones del Cauca, con la coordinación de la nación, los departamentos, municipios y las diferentes organizaciones políticas, étnicas y gremiales, siempre estará latente el conflicto alrededor de la propiedad de la tierra y más cuando los gobiernos de turno, de manera irresponsable, han firmado actas de compromiso que cada vez son más difíciles de cumplir y dejan abiertas las puertas para institucionalizar los conflictos y bloqueos a las vías.
Con la firma de acuerdos de paz, en todo el país también afloran las luchas por el territorio influidas por los diferentes sectores del campo y la ciudad que quieren apropiarse de él influenciando en las leyes que tramitan en el Congreso. Comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinos y colonos bregando por las zonas de reserva campesina, los empresarios de la agroindustria buscando ampliar sus monocultivos en la altillanura, los latifundistas ganaderos y caballistas empeñados en mantener sus feudos, las multinacionales mineras presionando para que les entreguen inmensas áreas, en fin: diversas fuerzas e intereses encontrados en medio de la anarquía legal y el abuso del poder y de la fuerza de los grupos legales e ilegales que dominan los territorios. Y el desarrollo de las leyes de Ordenamiento Territorial esbozadas en la Constitución del 91, durmiendo en el congelador mientras el Cauca y el país se desvertebran.
