El pasado 30 de octubre, el portal la Silla Vacía publicó el artículo titulado “La cultura narco le cambia la cara a Popayán”, Cauca, artículo en el cual se expresa cómo los dineros provenientes del narcotráfico y los cultivos ilícitos vienen cambiando las dinámicas económicas y culturales de la ciudad blanca.
Y si bien la situación descrita en dicho artículo es una arista de la realidad caucana, también es cierto y no se menciona en el artículo, que gran parte de la responsabilidad de lo que pasa hoy en el departamento es gracias a la pasividad de los gobiernos local, regional y nacional.
Es un problema que en los últimos 20 años empezó a crecer con fuerza en la ruralidad y hace más de cinco años se trasladó a las zonas urbanas, entre estas a la ciudad de Popayán. Por ello este escrito va más allá y pretende mencionar otras responsabilidades que también contribuyeron a que el departamento del Cauca hoy esté viviendo una situación difícil y perdiendo la guerra contra el crimen, la delincuencia y el narcotráfico.
Fue la permisibilidad de estos gobiernos frente a los cultivos ilícitos, su pasividad frente a los grupos ilegales, el abandono de las zonas alejadas de las cabeceras urbanas y la falta de planificación e inversión estratégica otros factores que hoy tienen al Cauca sumido en una difícil situación social, política, económica y cultural. Una crisis que dio vía libre al narcotráfico y dejó la puerta abierta a la cultura de la ilegalidad.
Popayán en los últimos años ha presentado índices de desempleo por encima de la media nacional, tan sólo durante el trimestre móvil junio-agosto de 2022, según el Perfil Económico del Ministerio de Industria y Comercio, la tasa de desempleo de Popayán fue de 11,9% superior a la registrada en las 23 principales ciudades que fue de 11,5%.
Esta realidad que vive Popayán no es exclusiva y se extiende a la gran mayoría de los municipios del Cauca, principalmente de las zonas norte, oriente y sur, en las cuales los habitantes han encontrado como respuesta al desempleo la siembra de cultivos ilícitos, eso sí, en algunos casos de manera voluntaria y en otros casos de manera obligada por los grupos armados.
Regresando al caso; los gobiernos local, departamental y nacional son los actores a quienes realmente el narcotráfico viene desplazando, ha sido un tema de incapacidad de gobernar o de gobernar pensando sólo desde las oficinas del parque Caldas, o desde los despachos del Interior y defensa en Bogotá. El ejercicio de gobernabilidad y más aún el de gobernanza en el Cauca están vacíos y sin el liderazgo natural de quien debiere ejercerlo, es decir, quien se postuló y ganó en las urnas para gobernar.
Esto último refleja una gran crisis gubernamental, a partir de la cual es entendible la baja calidad de vida, el desarraigo cultural, los bajos niveles de participación ciudadana, los altos niveles de desempleo y la desconfianza intersectorial que se vive en el departamento.
Sumado a ello, otra perla que aqueja la región, es la de los conflictos territoriales y los conflictos interétnicos, situación a la cual tampoco se le prestó la debida atención a tiempo por parte de los gobiernos departamental y nacional y hoy se expresa en un detonante de conflictividad social entre indígenas, afrodescendientes y campesinos. Aquí vuelve y juega, la pasividad de los gobiernos.
Surge entonces una pregunta, ¿cómo no se atendió y se le dio una verdadera relevancia a una situación como la del norte del Cauca, cuando lo que está en juego es una de las mayores fuentes de ingresos para el departamento? El sector de la caña de azúcar representa para el Cauca el 23, 6% de las exportaciones, detrás del café que representa el 24,6%, es inaudito que con semejante relevancia en materia económica y de generación de empleo para el departamento se haya dejado llegar la situación hasta el punto en que hoy se encuentra. Aquí otra vez le faltó tacto al gobierno, salir del parque Caldas e interpretar la situación en terreno.
Otro aspecto que es centro de atención, es el de los taponamientos sobre la vía panamericana por parte de los indígenas asociados en el Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC-, un problema al cual tampoco se le prestó atención y el cual nunca se atendió de manera preventiva. Están bien las reivindicaciones sociales de los indígenas, pero no está bien el atentar contra los derechos a libre movilidad, al trabajo y a la salud; derechos que una vez vulnerados aumentan los niveles de pobreza y desmejoramiento de las condiciones de vida de los demás ciudadanos.
Con solo tocar una variable como es la del turismo, queda en evidencia que estas vías de hecho “taponamientos de la vía panamericana” perjudican la llegada de recursos al departamento, según la Encuesta de Gasto Interno en Turismo del DANE, el principal aliado en la materia es la ciudad de Cali, y con los continuos taponamientos este sector es el más perjudicado. Tal y como lo muestra la grafica cerca del 87% del total de personas que ingresan al Cauca provienen de la ciudad de Cali y tan solo un 4% provienen de la ciudad de Pasto.
El CRIC también es responsable de la crisis en la que se encuentra sumido el departamento, al ahuyentar a los pequeños empresarios y al bloquear el comercio con la ciudad de Cali con sus constantes taponamientos que generan desempleo e inestabilidad económica. Surge otra pregunta al respecto ¿Cuántas personas de quienes han perdido sus empleos por culpa de estos bloqueos por parte del CRIC han ido a engrosar la fila de sembradores y raspachines? La respuesta más que numérica debe dejar una reflexión al respecto.
Sin embargo, no todo es negativo, son de resaltar las apuestas de la Cámara de Comercio del Cauca, Fenalco Cauca, la Federación de Cafeteros del Cauca, el sector de la construcción y las asociaciones productivas comunitarias que han venido con grandes esfuerzos jalonando sus respectivos sectores.
Estos esfuerzos lograron que en 2022 Popayán ocupara la novena posición del Índice de Competitividad de Ciudades registrando un puntaje de 5.8 sobre 10, un gran avance gracias al indicador de diversificación de la canasta exportadora en el cual se registró una calificación de 9.1 y que sirvió para subir la calificación, ello a pesar de que otros indicadores como el de innovación registrará un puntaje de tan 3.8 sobre 10 y el del infraestructura y equipamiento disminuyera en 0.2 puntos como resultado del retroceso en el indicador de cobertura de acueducto, costo de la energía eléctrica y cobertura de alcantarillado, entre otros. Esto demuestra que sí es posible avanzar cuando hay determinación y trabajo conjunto.
Esta situación por la cual atraviesa el Cauca es conocida por los diferentes sectores (Públicos, privados y comunitarios) y algunos de ellos han planteado desde su particularidad escenarios para el diálogo, sin embargo, estos han resultado infructuosos dado que existe desconfianza entre los mismos.
Hoy, el Cauca padece el narcotráfico y como todos los males, requiere un tratamiento juicioso y responsable a corto, mediano y largo plazo que involucre los medios de comunicación, los empresarios, los líderes comunitarios, los jóvenes, las administraciones locales, la administración departamental, la población indígena, afrodescendiente y campesina, y desde luego las fuerzas políticas; todos, asumiendo responsabilidades y compromisos. Es hora de que el Cauca empiece a quitarse la máscara del narcotráfico.
Es el momento de lograr espacios de entendimiento, dejar de pensar desde subjetividades sectoriales, y plantear alternativas que visionen un proyecto de departamento en el cual los diferentes sectores asuman su corresponsabilidad y trabajen de manera sinérgica por el desarrollo político, económico, cultural y sostenible del departamento. Cauca somos tú y yo.