Las catedrales son una de las obras más grandes e imponentes de la creatividad humana. De hecho, son comparables a las pirámides de Egipto, los templos mayas y budistas, y hasta las mezquitas más reconocidas. Incluso, algunos físicos las equiparan con los grandes aceleradores de partículas actuales por su profundo valor científico.
Ahora bien, la catedral es el sitio donde los fieles profesan su fe, pero además es la síntesis de casi todas las ramas de la cultura: la teología, la filosofía, el arte y la ciencia conviven de una manera armoniosa en estas obras declaradas patrimonio de la humanidad y donde el poder del catolicismo y del papado se refleja con mayor contundencia.
Las catedrales siempre han abierto sus puertas a distintos públicos y no hacen diferencia entre estratos sociales o convicciones ideológicas. Además, las ciudades y pueblos por lo general tienen su origen e historia en torno a sus catedrales, ya que este templo permite mantener viva la memoria de la ciudad a sus habitantes.
Por otro lado, la altura en las catedrales es muy importante ya que refleja el poder económico de la ciudad y para los más creyentes indica que se está más cerca de la divinidad. Así en el nivel internacional la catedral más alta del mundo está en Alemania, es la de Ulm, que mide 161 metros, y en un contexto local está la catedral de Manizales, que mide 113 metros. Como ya se mencionó, entre más grande sea la edificación mejor se muestra la gloria y prosperidad económica donde se construye, en consecuencia las catedrales gigantes están en las ciudades que han tenido un destacado desarrollo económico y cultural.
Manizales no fue la excepción, en su tiempo fue una de las ciudades más prósperas de toda Colombia en el ámbito político, económico y cultural. La Catedral Basílica Metropolitana Nuestra Señora del Rosario de Manizales es la más alta de Colombia, además está entre las 50 más altas de todo el mundo, superando en tamaño a grandes templos del medioevo y de países como España, Francia e Italia.
La catedral de Manizales por su grandeza e imponencia podría ser comparable con Notre Dame de París y con la catedral de Chartres en Francia. Sin duda alguna, la catedral de Manizales es el ejemplo más representativo del estilo neogótico en nuestro país, su interior nos traslada a la edad media con sus rosetones e imponente altar. Además, cuenta con su increíble corredor polaco que permite ver la ciudad en conjunto, y que de paso es su mayor atractivo turístico. En sí la catedral produce un sentimiento místico y sobrenatural, sobre todo a aquellos que tienen una profunda admiración por el arte sacro.
El profundo sentir del catolicismo se refleja en sus maravillosos templos. De las 7 maravillas que tiene Colombia las dos primeras son templos ligados al cristianismo. La primera es la catedral de sal en Zipaquirá (Cundinamarca) y la segunda es el Santuario de Las Lajas en Ipiales (Nariño) —este santuario fue considerado como la iglesia más bonita de mundo por el destacado periódico británico The Telegraph, por encima incluso de la Sagrada Familia de Barcelona (España)—.
En la época posmoderna el hombre ha olvidado la espiritualidad y la trascendencia, y los centros comerciales se han convertido en “las catedrales del capitalismo”. Sin embargo, a pesar de ello, la mayor riqueza arquitectónica que tiene que mostrarle Colombia al mundo son sus catedrales, basílicas e iglesias que esconden y conservan la memoria de nuestra historia, especialmente la catedral de Manizales que nos recuerda nuestro origen celeste con su gran altura.
