Cuenta la historia de Colombia y Venezuela sucesos entre reales y ficticios, acaecidos en la tupida selva del Catatumbo, circundada por caudalosos ríos y poblada por valientes indios motilones y animales salvajes, que por siempre han sobrellevado las tormentas eléctricas. Esos eran los “temas predilectos en las tertulias familiares de principio y mediados del siglo XX en ciudades como Cúcuta y Maracaibo”.
Teorama, Convención y Tibú limitan con Venezuela, y fueron elevados a condición de municipios en siglos pasados, respectivamente en 1817, 1829 y 1977. El Carmen, donde se encuentran 2 de las más grandes cuencas, las del Magdalena y la gran cuenca del Catatumbo, se fundó en 1686 y Abrego, en 1810. Otros son recientes como Sardinata en 1904, Hacarí en 1908 y El Tarra, el municipio más extenso del Catatumbo, en 1990. El municipio más pequeño del Catatumbo es San Calixto fundado en 1845.
El Estado colombiano se encuentra en deuda con el Catatumbo con la ejecución de obras que continúan meramente descritas, como construcción de vías urbanas y rurales, acueductos y alcantarillados urbanos y rurales, megacolegios, el Anillo Vial del Catatumbo. Además, del mejoramiento de hospitales, la ejecución de sistemas de viviendas de interés prioritario, agua potable y saneamiento básico, y la remodelación del aeropuerto en Tibú.
Para conjurar los paros sucesivos y que se materialicen los compromisos gubernamentales adquiridos hace tres décadas con los catatumberos se han explorado diversas soluciones como la Mesa Social y Comunitaria del Catatumbo, que se instaló a mediados del año pasado. Dicha mesa fue avalada y Procuraduría, Defensoría, Contraloría y asopersoneros prometieron acompañamiento.
Para disipar esa amenaza a la población civil que diariamente ve vulnerados los derechos humanos y reforzar la seguridad en el Catatumbo, el Estado planeó tras el paro de oriente el incremento de caravanas vehiculares, del pie de fuerza y del valor de las recompensas por los cabecillas responsables de los actos vandálicos que han alterado la seguridad de la ciudadanía.
En esa oportunidad al Catatumbo se desplegaron 2.120 nuevos efectivos, entre soldados y policías para el control de la frontera; se llevaron a cabo fumigaciones con glifosato a los cultivos de uso ilícito; se puso en funcionamiento la operación Esparta y un nuevo batallón, fuera de la tecnología implementada para la vigilancia de la infraestructura. Hace cuatro años, la seguridad del Catatumbo se vio fortalecida con la Fuerza de Tarea Vulcano, compuesta por 400 hombres y 12 pelotones de soldados profesionales. De la misma manera, el Estado prometió generar más actividad económica y más empleo en el Catatumbo, “que es uno de los temas prioritarios en este tipo de situaciones” como dijo el presidente Santos.
Dichas medidas no habrían sido suficientes porque además de la huida que han emprendido miles de pobladores; los que quedan se ven abocados a convivir con un comercio cerrado, imposibilidad de trasladar enfermos y desabastecimiento y pérdida de cosechas, entre otros inconvenientes. Las clases escolares siguen suspendidas, y cuando los niños pueden asistir a ellas lo hacen después de caminar varias horas para llegar a su escuela con los zapatos rotos. Sencillamente no hay vida digna ni garantías de seguridad para la población del Catatumbo.
Otro ingrediente es el frustrado plan del gobierno para regularizar la entrada de venezolanos por la frontera, que se desbordó totalmente, porque por varios meses se permitió el ingreso de venezolanos a Colombia sin pasaporte ni tarjeta migratoria. Las trochas en el Catatumbo y las Tarjetas de Movilidad Fronteriza, hoy en desuso, han permitido el ingreso incontrolado de personas de ese país.
En las pasadas elecciones congresionales el Catatumbo castigó a la clase política, absteniéndose en su mayoría de escoger sus representantes en Senado y Cámara. El panorama de la abstención electoral en las elecciones del 11M fue así: El Tarra el 66%, Hacarí el 61%, Sardinata el 59%, Convención el 58%, Teorama el 55%, El Carmen el 52%, San Calixto el 50% y Abrego el 45% de abstención electoral. Los partidos políticos que hacen presencia en las elecciones en el Catatumbo son Coalición por el Norte (Alianza Verde, Polo y UP en Hacaría, El Tarra y Teorama), liberal, conservador, la U, Cambio Radical y Centro Democrático.
La situación del Catatumbo se ha agravado en las últimas semanas, porque además de continuar con necesidades básicas insatisfechas, paralelamente sufre la presencia de la disidencia de los Pelusos del Ejército Popular de Liberación (EPL), enfrentada con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que está allí desde hace más de 40 años, compartiendo “el territorio con todas las guerrillas que han operado”. Al EPL, el ELN le ha anunciado que la confrontará “ sin ninguna consideración hasta recuperar nuestro territorio y su gente". Tradicionalmente el EPL solo hizo presencia en pocos municipios de la provincia de Ocaña. Para la Defensoría del Pueblo “desde finales de 2017 se presenta una disputa entre los miembros de las dos estructuras armadas que han copado los espacios dejados por las Farc en la zona”. Para analistas de seguridad las confrontaciones entre guerrillas en Norte de Santander estarían buscando presionar al Gobierno nacional en la mesa de negociación.
