La burocracia asfixia. Realizar un trámite en Colombia es como correr en arena movediza, entre más nos esforzamos en salir más nos hundimos. Los ejemplos sobran. Todos recordamos algún trámite que nos enfurece o la sonrisa del funcionario que solicitó la firma autenticada del familiar que estaba en cuidados intensivos.
Debemos recordar que los líderes de las instituciones, públicas o privadas, motivan los cambios. La burocracia no va ser más eficiente si no la diseñamos para ese fin. No cambiará sola, pues no le podemos atribuir una mente milagrosa a aquello que no piensa.
Algunos argumentan que la complejidad del Estado hace la tarea de simplificarlo imposible. Mentira. Es una estrategia para justificar el trabajo de muchos burócratas, para mantener espacios de corrupción y para avanzar intereses particulares. Además, las consecuencias son nefastas, desde paralizar la economía hasta cultivar la histeria colectiva. Hay que cambiar.
El preciado secreto que guarda la optimización de procesos, y que le da una reputación mágica a la profesión, es: para optimizar hay que quitar. Simple. Aquello que no genera valor, la mayoría, se borra. Luego sí cabe pensar en una manera novedosa y creativa de hacer las cosas.
La responsabilidad de pensar en cómo reducir las trabas está en los líderes, ellos deben evitar que la burocracia se expanda como un virus. Solo se necesita voluntad. Pues evaluar la necesidad de cada trámite es simple, el doctorado falso de algún político es suficiente educación.
Lo que hace falta, entonces, es un líder con la valentía de enfrentar al aparato burocrático, que entre en las instituciones con la misión de borrar procedimientos. La gran mayoría de trámites no están para defender nuestros derechos o proteger la vida, están porque nadie se ha atrevido a retarlos.
En una oportunidad que intenté diligenciar un registro civil la funcionaria sentenció: “Es oficial, en Colombia los nombres no llevan tildes”. Aunque la Registraduría quiera contribuir con la moda de los nombres exóticos, la política, formal o informal, es una tontería.
Restringir las tildes no es cuestión de vida o muerte, malgasta el tiempo del funcionario en hacer cumplir políticas ridículas y genera reprocesos. Además, por qué limitar la libertad de expresar nuestra cultura en los nombres de nuestros hijos, aún es posible soñar con un Richard Nixon presidente de Colombia.
Sturgeon dice que el 90 % de todo es basura, entonce la mayoría de trámites pueden desaparecer. Es posible soñar con un 10 % de la burocracia que hace funcionar al 90 % del Estado.
En estas elecciones tenemos que identificar a los candidatos que muestran valentía para enfrentarse al Estado, que las mafias burocráticas, aquellas que se aprovechan del exceso de trámites, desaparezcan.
Los políticos solo pueden hacer realidad su visión de país con una burocracia eficiente. Candidatos con ideas sobran. Faltan candidatos que movilicen la burocracia para hacer realidad sus ideas.
