Las muertes por covid-19 en el mundo suman ya 672.288; en Colombia la cifra superan ya las 10.000 personas y seguiremos en aumento si no acatamos las normas básicas de bioseguridad que ayudan en la disminución de contagios epidemiológicos a causa del coronavirus, tanto así que hoy jueves se declarara alerta roja en Antioquia y se esta contemplando nuevas medidas para una nueva estricta cuarentena.
Mucho se habla de la lucha por la vida que deben dar las personas contagiadas por covid-19, pero también hay otra gran batalla que ha venido liderando el personal médico y de salud en Colombia. Estos guerreros de la primera línea, cargados de valentía y profundo amor por la vida, entienden que el desarrollo sin excusas de su profesión es vital en este momento con miles de pacientes infectados. Saben que no solo tienen que lidiar con la constante presión de salvar vidas y mantener protocolos estrictos para no contagiarse, si no que también se ven sometidos a lidiar con la intolerancia de aquellas familias a las que lastimosamente el covid-19 se les ha llevado a sus seres más queridos, pero que por las características de la enfermedad y sus aún desconocidas formas de transmisión, el personal médico interviene inmediatamente para apartar a las familias de los recién fallecido y así tratar de cortar la cadena de contagio.
La historia que contaremos es la que han estado viviendo muchos médicos de las regiones mas apartadas, territorios donde la presencia del Gobierno Colombiano para el manejo de la pandemia aún no se siente como debería ser. Regiones como el Bajo Cauca antioqueño, donde médicos que, ante el juramento hipocrático y la ética laboral, hoy prestan sus servicios con total entrega para atender pacientes en estados críticos de salud y cuyo diagnóstico casi que de inmediato les arroja un posible covid-19. En muchas oportunidades los médicos no logran salvar la vida de estos pacientes que llegan en medio de paros cardiorrespiratorios y las pocas UCI están ya copadas, y esta experiencia, sumada a la de otras patologías que no dan tregua, es frustrante para cualquier médico y más en tiempos del coronavirus y la inexistencia de vacunas o tratamientos 100% probados. Sin embargo, como ya lo mencionamos, este no es el único drama del personal médico, a sus arduas y exigentes jornadas se suma la indolencia de las familias de sus pacientes.
En un caso particular en el municipio de Caucasia, Antioquia, el médico Eduardo Antonio Arboleda, mejor conocido como el medico Arboleda fue agredido y amenazado por familiares de un paciente que falleció y cuyos síntomas antes del deceso coincidían con los de la covid-19. Síntomas premorten que nunca se lograron confirmar, por negligencia en la familia y solo acudieron al medico en el avanzado estado critico del paciente; los mismo familiares que no querían ver como la causa de muerte en el acta de defunción emitida por el médico registrara muerte por covid-19, así que armados con amenazas de grueso calibre hacia el médico, quien en cumplimiento de su profesión no podía mentir en el acta de defunción, menos cuando presentaba todos los signos patológicos.
Este médico tuvo que enfrentarse a mas de siete horas de demora para el embalaje del cuerpo que yacía en su consultorio porque las amenazas trascendieron también hasta el personal del Hospital Cesar Uribe Piedrahita quienes se sintieron intimidados para recoger y embalar el el cadáver y tomar la muestra, además de la negligencia por parte de la funeraria quien hoy tienen el negocio rodando en su máxima potencia. El médico tuvo que permanecer en su consultorio durante este tiempo para cuidar su humanidad, esa misma que defiende y protege al atender a cada uno de sus pacientes hace 40 años y que lo hacen acreedor en ser uno de los profesionales de la medicina con grandes reconocimientos como medico en la academia y de los mas queridos en la región del Bajo Cauca y límites de Córdoba por salvar la vida de centenares de pacientes infectados por las comunes y conocidas en esta región del país como lo son las enfermedades tropicales, una de las zonas que más muertos le ha puesto a Colombia a causa de la complejidad de la violencia que se vive desde hace décadas, una mezcla letal entre narcotráfico y la barbarie de los diferentes grupos armados ilegales luchando por el monopolio de un territorio que para ellos es un botín de guerra y a lo que ahora se suma la crisis por la pandemia.
El médico manifestó: “Yo fui formado para salvar vidas mediante el servicio de mi profesión, incluso aun exponiendo la mía, los ramos dejados en mi consultorio no me intimidaran. No estoy dispuesto a incurrir en ningún delito y ocultar la realidad de lo que pasa en mi región y, si me angustia el poco apoyo de las autoridades de salud y el como se puede falsear las estadísticas en los fallecidos con actas de defunción falsas. Como miembro de la salud pido que los las autoridades y los colombianos nos acompañen en esta lucha, pues somos sus mejores aliados en esta batalla”.
Los médicos y el personal de salud siempre estarán dispuestos a salvar vidas y están preparados para ver partir muchas de ellas a causa de este virus, a lo que no deben estar dispuestos es a soportar la intolerancia y la indolencia de autoridades, familias y una ciudadanía que antepongan intereses personales, por encima de la salud, la dignidad y la seguridad en su humanidad. Ellos, los médicos, de la mano de una ciudadanía consciente, somos los llamados a ayudar en la batalla contra la pandemia por covid-19, en un país que debe librar mas de una lucha a la vez frente a otras crisis sociales como la violencia, la corrupción, la desigualdad, la inequidad, la pobreza y la falta de oportunidades.
Surany Arboleda
Rocío Arias
