Hoy me animé a escribir acerca de la indiferencia, porque me di cuenta de que los indiferentes existen, y en este país son muchos.
Pero ¿qué es la indiferencia? Es un estado de ánimo que se caracteriza por una ausencia de rechazo o agrado hacia una persona, objeto o circunstancia. Los indiferentes no alcanzan a desarrollar un sentimiento de empatía para conectar con lo que ocurre en su entorno, adoptando una posición neutral como una manera de protección física, moral o emocionalmente.
Su actitud de desapego se manifiesta con insensibilidad, ausencia de motivación o entusiasmo, comportamiento que la convivencia ciudadana rechaza y condena porque su práctica va en contra de los valores de respeto, solidaridad y empatía para vivir en sociedad. No se puede vivir como extraños, vivir significa tomar partido. Con justa razón, Martin Luther King decía: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”.
Todos queremos ver un cambio positivo en la sociedad, pero la indiferencia es la que provoca que las cosas sigan como están, que no cambien, que no mejoren. Los indiferentes no tienen partido; no tienen dogmas ni principios. Ellos practican el importaculismo. El único antídoto para combatir la indiferencia es despertar en ellos un sentimiento de apreciación sincera y prestarle interés a las cosas que valen la pena.
Los indiferentes son tantos en este país y no los vemos a simple vista; pero si miramos por el retrovisor las elecciones presidenciales del año 2018, cuando el Consejo Nacional Electoral afirmó que en Colombia había 36.602.752 personas habilitadas para votar, de las cuales 18.876.756 eran mujeres y 17.725.996 eran hombres, y solo votaron por Duque 10.394.689 y por Petro 18.160.614.
Si sumamos estas dos cantidades de votos, tanto la de Duque como la de Petro nos dan un total de 18.160.614 votos. Si esta cantidad de votos la restamos de los 36.602.752 personas que estaban habilitadas para votar, nos dará una diferencia de 18.160.616 personas que no votaron. Estos son los que practican la indiferencia, y si ellos se unieran, serían capaces de elegir un presidente con su propio Senado. Si queremos el cambio debemos diseñar una política que mire también la indiferencia, porque estamos a tiempo y aun paso en este difícil y largo camino.