En 2003 la multinacional sudafricana, AngloGold Ashanti, llegó hasta el municipio de Jericó para comprar cinco títulos mineros por 7.594 hectáreas. Aunque nunca le avisaron a la gente de la región lo que estaban buscando, en 2007 la minera reveló que había encontrado un yacimiento de cobre, uno de los más grandes del país.
Pero la AngloGold, que pretendía explotar del pozo Nuevo Chaquiro alrededor de 3,9 millones de toneladas de cobre, 6,13 millones de onzas de oro, 85,1 millones de onzas de plata y 700.800 toneladas de molibdeno, no esperaba encontrarse con la resistencia de la gente del suroriente antioqueño que comenzó una férrea oposición a la minera.
No era para menos, los antecedentes estaban a la vista de todos. Por donde pasó, la minera acabó con los ecosistemas y según el exministro de minas Jorge Eduardo Cock, para explotar el mineral que está en la roca deben fracturarla de manera subterránea mediante túneles, pero la mera construcción de estos daña una cantidad de acuíferos tremendos. Esa agua pasa a ser lo que se llama en minería “agua ácida” y puede seguirlo siendo por 500 años más. Entonces, al seguir explotando el mineral de esta forma, llega un momento en el que la roca no tiene más soporte y se viene abajo. Es lo que se llama el fenómeno de subsidencia. Según la AngloGold Ashanti, esto dejaría un hoyo de 400 metros de diámetro, pero otros expertos aseguran que el hueco podría ser de hasta 800 metros.
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Hace dos años la AngloGold Ashanti entregó su estudio de impacto ambiental a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA). La entidad se demoró 22 meses analizando el proyecto e incluso en 2020 le enviaron 174 requerimiento nuevos a la minera, pues consideraron que la información que entregaron era insuficiente e intencionada. La ley también ordena que antes de presentar el estudio de impacto ambiental haya una socialización del proyecto, pero según líderes de la región y otras personas que estuvieron en dichas socializaciones y audiencias públicas, la multinacional sudafricana apenas expuso un 10% de lo que realmente era el proyecto.
Y muchas personas en Jericó han sabido que la información presentada por la minera es mañosa. En 2019, la multinacional sabía que entrar a la vereda Vallecito, del corregimiento de Palocabildo en Jericó, no iba a ser nada fácil. Escoltados por el Ejército, la Policía y un grupo del Esmad, estaban dispuestos a disolver cualquier resistencia de pobladores que pretendiera impedirles instalar unas plataformas de perforación como parte del proyecto. Sin embargo, se encontraron con cerca de cincuenta familias que les recordaron que la minería estaba prohibida cuando el 20 de noviembre de 2018 los entonces concejales del municipio aprobaran un acuerdo que respaldó el exalcalde Jorge Pérez para frenar la explotación en la zona.
En 2012, luego de que los campesinos empezaran a reclamarle por las quebradas La soledad y La vainillala, que se estaban secando por las perforaciones, la mesa ambiental encabezada por José Fernando Jaramillo invitó a la minera a una asamblea en la que también estuvieron las autoridades mineras del departamento e incluso el obispo del pueblo. Llegaron a unos compromisos entre los que se encontraba la realización de varios foros donde pudieran dialogar a profundidad, además que la AngloGold se comprometía a no circular por las carreteras del corregimiento Palocabildo, la zona de exploración, en las camionetas de la empresa. Este último se cumplió sin problema, pero cuando se realizó el primer foro, la minera dejó plantada a la gente.
Ante el silencio de la AngloGold, que además logró que la emisora La voz del suroeste, la única de Jericó, le cerrara las puertas a la mesa ambiental para hablar sobre minería, José Fernando Jaramillo no se quedó con los brazos cruzados y en 2013 fundó el periódico mensual Despierta Jericó donde puso sobre la mesa la discusión para hacerle frente al poderío de la multinacional y el desprestigio al que se han visto sometidos los cerca de 30 integrantes de la mesa ambiental en los últimos años como repetitivamente lo ha hecho el profesor de geología de la Universidad Nacional en Medellín, el señor Oswaldo Ordóñez, quien no ha dudado en señalarlos de ser unos ‘yihadistas ambientalistas’.
Para muchos la AngloGold estaba buscando definir el rumbo de Jericó, tratando de imponer su proyecto a toda costa. Pero desde mediados de la década pasada el municipio vive un esplendor cultural donde se instaló un teleférico que comunica a la emblemática montaña Las nubes, al que la mayoría estaría dispuesto a apostarle en vez de un proyecto de gran minería. El Museo la Maja, dirigido Roberto Ojalvo, se ha vuelto el epicentro de exposiciones de primer nivel como la colección de Andy Warhol y la presencia de artistas como Beatriz González. Además, la canonización de la Madre Laura terminó por posicionar al pueblo como un destino turístico. La tendencia se ha marcado aún más en el último periodo. Fue declarado Patrimonio Cultural de Colombia.
La Agencia Nacional de Licencias Ambientales decidió archivar la solicitud de la minera sudafricana después de 22 meses de estudio de la licencia ambiental. Dicho proceso de evaluación contó con profesionales de diferentes disciplinas, expertos en hidrogeología, hidrología, geotecnia, geoquímica, ecología, calidad del aire y temas socioeconómicos, entre otras.
La gente en Jericó celebra la decisión de la ANLA, aunque no es definitiva, pues la entidad archivó el proceso, no lo negó, por lo que en cualquier momento podrá revivir. La minera, dueña todavía de los títulos mineros, no se va a rendir, y además de apelar la decisión, buscará a través de su recién nombrada presidenta, Ana María Gómez, quien viene estar tres años al frente de la vicepresidencia de Asuntos Corporativos, Legal y Sostenibilidad. Su experiencia en asuntos corporativos y legales será clave para entrar en diálogo con el gobierno nacional y la propia ANLA y enderezar el proyecto.