Cuando era niña me gustaba jugar al lado de las ladrilleras que quedaban al lado del camino de Balcanes, un camino que queda entre la localidad de Santafe y la de San Cristóbal. Para que se lo imaginen en una montaña bogotana de esas que están apeñuscada de casitas y de escaleras y cuando uno llega a la punta, al fondo se ve otra montaña, pelada amarillenta y una chimenea.
Cómo yo sabía que eso eran ladrilleras, siempre me pregunte ¿Por qué las casas del lado de la ladrillera, son de zinc o de madera?, una de las respuestas más acertadas me la dio mi primo Edwin, me dijo: porque para ellos no hay ladrillos, no hay plata, no hay ladrillos.
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Desde esa perspectiva, en mi cabeza se quedó una de las máximas del capitalismo no hay plata, no se construye, no se tiene.
Bueno en el chiste que puede ser la vida, también decidí comprar casa y la verdad en muchas ocasiones el banco era el lobo feroz, y soplaba sobre mis sueños familiares y desestabilizaba mis finanzas, llegaba a pensar que se iba a venir abajo la casa.
Las llamadas del banco cuando me retrasaba con una cuota o el Tetris que hacíamos con nuestras finanzas para llegar a fin de mes, potenciaban nuestro miedo a la incertidumbre.
No me imagino cómo fue para los habitantes de Providencia quedarse sin hogar en medio de la tempestad, tampoco como ha sido pasar dos años en medio de una pandemia, viviendo en un refugio y que le entreguen una casa que tiene la fragilidad de una cascara de huevo, la cual no cumple con las características para resistir el pisotón del lobo.
Sobre todo, cuando el gobierno de Iván Duque parece haber contratado a través del Ministerio de Vivienda a los tres cerditos, los cuales cobraron las casas como si las hubiera hecho el cerdito que construyó la casas de cemento y ladrillo y hubiese importado los materiales desde Plutón.
Cabe preguntarse entonces ¿Qué pasó con la plata de las casas de Providencia? seiscientos millones de pesos por casa son una atrocidad. Sobre todo cuando con ese presupuesto según lo expuesto por Ramiro González, uno de los constructores de vivienda rural en Colombia, el cual ha construido en zonas muy complejas dice que de ese presupuesto y con mejores materiales se hubiesen podido sacar cuatro casas.
Todas estas afirmaciones pueden escucharlas en el programa de la w, dirigido por Juan Pablo Calvas. ¡Pero, sí había plata! ¿Por qué no hay ladrillos?. La respuesta está claramente en el cuento de los tres cerditos. El primer cerdito, el del tugurio de paja fue Duque que se atrevió a mentir y a entregar esos cascarones.
El segundo cerdito el de la casa de madera, fueron los constructores que ayudaron a semejante fraude y obvio el tercero, fue el que cobró con los materiales traídos de Plutón y pactó con el Lobo para que todos salieran en televisión, haciendo entrega de una escenografía hueca.
Quiero decirles que el gobierno de Duque nos robo, otra vez. Nunca ha respetado el esfuerzo que los Colombianos hemos hecho para pagar impuestos, por casas, carros, comida, prestamos bancarios, movimiento de cuentas. Los aportes que hemos hecho para el desarrollo social y que permiten que la gente le de una mano al que cae en desgracia o al que necesita oportunidad.