Ocho personas entre ellas dos menores de edad resultaron heridas y once vehículos quedaron atrapados en la mole de hierro y cemento.
Desde ese día Casanare quedó incomunicado con Boyacá y el interior del país y por el lecho del río solamente pueden pasar, cuando la creciente lo permite, carros grandes y las balsas y el buggy acondicionados para los peatones.
Los vehículos pequeños han tenido que bregar por una ruta alterna por Maní o Labranzagrande (Boyacá), cuyo recorrido que normalmente por la vía principal tarda 20 minutos, por éstas se alarga en más de 5 horas. Pero cuando no están con suerte, los carros quedan enterrados, se imposibilita el paso y el viaje se vuelve un infierno.
Las tres venidas del viceministro de Infraestructura Dimitri Zaninovich al lugar de la emergencia, han servido para que el Gobierno prometa una solución a corto, mediano y largo plazo, pues la vía es nacional, y el gobierno departamental es poco lo que puede hacer en inversión para levantar el puente, y su trabajo se puede limitar al mantenimiento de las vías alternas que se han dispuesto para la movilidad y a coordinar las labores del Comité de Gestión de Riesgo.
Las soluciones que se han dado por el momento son la implementación de sistemas de tránsito seguro, como el uso de un buggy, que se está utilizando desde hace 8 días y un puente colgante para principios de octubre.
Mientras tanto transportadores, usuarios de la vía, en fin, todo el mundo, tendrá que seguir luchando por cruzar el río o tomar las vías alternas, sin saber a qué horas llegarán a sus destinos.