El 20 de julio de 1908, la carrera 8.ª con calle 7.ª, en Bogotá, se convirtió en el sitio más importante de la política en Colombia. En esa fecha, el Palacio de Nariño, la imponente edificación que se alza en esa dirección, se inauguró como la sede de gobierno y desde entonces ha sido el lugar donde el primer mandatario ha tomado las decisiones que han marcado el camino de la nación. Su historia inició con los arquitectos de la Casa de Nariño, un francés y un colombiano, pero su importancia viene de cientos de años atrás con un hombre: Vicente Nariño.
Este prestante criollo de la Nueva Granada adquirió la casa que se encontraba en ese predio en 1754 y allí vivió con su esposa, Catalina Álvarez y sus 8 hijos durante 30 años. En esas paredes, abrió los ojos por primera vez el renombrado Antonio Nariño, quien se convertiría en un prócer de la independencia y sería recordado como el hombre de los derechos en la República de Colombia. Desde ese entonces, el carácter político de ese pedazo de tierra se hizo sentir y, tal vez, esa es la razón por la que en la actualidad es el hogar del hombre más importante del país.
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La casa del prócer de la independencia, Antonio Nariño
La historia de la Casa de Nariño inició cuando Colombia aún se llamaba Nueva Granada y era uno de los virreinatos del imperio español. En Santafé, su capital, en la Calle de la Carrera, un camino que cruzaba la actual carrera 7.ª, se alzaba una casona que fue adquirida en 1754 por Vicente Nariño y su esposa, Catalina Álvarez. Ambos, descendientes de españoles, decidieron formar su familia en ese lugar y tuvieron entonces 8 hijos, entre ellos Antonio Amador José Nariño y Álvarez, más conocido como Antonio Nariño.
Un 9 de abril de 1765, en ese edificio de dos pisos, paredes blancas, tejas de barro y puertas de madera, nació el reconocido hombre de los derechos. Y allí, durante sus primeros 19 años, fue donde aprendió las cosas que lo llevarían a ser reconocido como un prócer de la independencia. En medio de los libros de su papá conoció sobre filosofía, historia, literatura, artes e idiomas, siendo un gran políglota. Y sin saberlo, empezó a crear una leyenda alrededor de la casa de su familia, su casa, debido a su trabajo con los independentistas.
El 9 de abril de 1765 nace en la #CasaDeLaCarrera el hijo de Vicente Nariño y Catalina Álvarez. Antonio Amador José pic.twitter.com/yBxPlxjNT2
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Aun así, cuando tenía 13 años, su padre falleció; y aunque la señora Catalina trató de seguir viviendo en la casa, al final, en 1784, tuvo que venderla para poder sobrevivir con sus hijos. Fue entonces cuando empezó a pasar de mano en mano y tuvo en su interior a un alcalde, a un médico y a otras personas influyentes de la época, pero con el pasar de los años, la “casa de la familia Nariño” obtuvo un reconocimiento que era inevitable no tener. Y eso, sumado a su elegante aspecto, hizo que en 1888 el gobierno la comprara con un solo objetivo, volverla la casa de los presidentes.
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Los arquitectos que la convirtieron en la Casa de Nariño, la sede de gobierno
En la presidencia de Carlos Holguín Mallarino, en 1888, el Gobierno Nacional cumplió la orden de la Ley 85 de 1885, publicada por Rafael Núñez, de comprar la casa y convertirla en el Palacio Presidencial. Tres razones fueron las causales de la decisión: su belleza, su historia y su ubicación; y aunque en esa empresa se llevó bastante tiempo, en 1906, el presidente Rafael Reyes lideró la demolición y reconstrucción de la Casa de Nariño y contrató al francés Gastón Lelarge como el responsable de diseñar el nuevo aspecto del Palacio.
En la presidencia de Rafael Reyes Prieto se demolió y reconstruyó la casa de Antonio Nariño que quedaba en la calle de la Carrera, para establecerla como sede presidencial.
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Por eso también se llama el Palacio de la Carrera pic.twitter.com/ThiEsSIGdn
El arquitecto había llegado a Colombia en 1890 y, aunque en sus primeros años en el país trabajó como profesor de esgrima, tras prestar el servicio militar en Argelia empezó a trabajar para ‘La Revista Ilustrada’ y pronto lideró algunos proyectos arquitectónicos como el conocido Castillo Marroquín, el Palacio Lievano, sede de la Alcaldía, o el Palacio Echeverri, sede del Ministerio de Cultura, todos acompañado del arquitecto colombiano Julián Lombana.
Con toda esa experiencia, a Gastón Lelarge no le tembló la mano para diseñar la que sería la nueva casa de los presidentes y, con lápiz, papel y escuadras, hizo los planos en donde conservó la fachada original de la casa de la familia Nariño y algunos espacios interiores; pero también innovó con salones dignos de una sede de gobierno, exteriores de caché y, sobre todo, la reconocida fachada en piedra tallada y labrada que aparece en todas la fotografías cuando se busca “Casa de Nariño”.
Un presente lleno de poder
El Palacio presidencial fue inaugurado el 20 de julio de 1908, en la celebración de los 98 años de la Independencia de Colombia. Hasta 1954 funcionó como la sede de gobierno, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla decidió que el Palacio de San Carlos sería la casa de la presidencia durante su mandato. Esa orden duró hasta 1979, cuando los presidentes volvieron a poner sus pies en la Casa de Nariño, un año después de que le hicieron algunas remodelaciones al diseño que crearon Gastón Lelarge y Julián Lombana.
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En la actualidad, la casa sigue teniendo dos pisos, como cuando la compró Vicente Nariño; pero con más salones y más espacio exterior. Cercana a ella, se ubica la Guardia Presidencial y el Observatorio Astronómico, el más antiguo de América, además de estar rodeada por la Iglesia San Agustín, el edificio del Ministerio de Hacienda, el Palacio Echeverry y otros edificios de gran importancia para la política y la economía colombiana. Se habla que aproximadamente 29 presidentes han cumplido su mandato en este lugar, siendo Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos los que más tiempo han residido allí.
