Se identifican dos formas de relacionamiento entre carteles mexicanos y grupos armados colombianos tras el fin de las Farc-Ep como guerrilla: financiación y articulación. La financiación se da a través de la inyección de grandes capitales y armas, este es el caso de Los Caparrapos o Caparros en la subregión del Nudo de Paramillo. La articulación se da a través de la búsqueda del trabajo conjunto en función de la regulación de la cadena de producción y comercialización de la cocaína, este es el caso de la relación construida entre el Cartel de Sinaloa y el Clan del Golfo en el Bajo Cauca antioqueño y en Magdalena.
En segundo lugar, en Colombia había cierta paridad entre organizaciones criminales y ninguna estaba en la capacidad de copar masivamente, por ende, las posibilidades de una guerra con empates negativos era muy alta, por ello, la intervención inicial de estos carteles mexicanos es para asegurar una repartición más o menos pacífica del territorio. Por último, para copar muchas de esas zonas las organizaciones criminales necesitaban inyección de dinero, entonces, tener padrinos era importante.
La información recolectada para construir este documento buscó abrir el debate de las intrincadas relaciones entre grupos armados de México y Colombia más allá de la violencia.