El 16 de mayo de 2017, denuncié, a través de este mismo portal, la existencia de un cartel de los exámenes de admisión en la Universidad de Cartagena y en otras universidades públicas de la costa. El revuelo causado fue tal que el rector (Edgar Parra Chacón) y la directora de admisiones (Beatriz Vergara González) de la Universidad de Cartagena expidieron un comunicado al día siguiente desmintiendo las denuncias y afirmando que eran “injurias, calumnias y falacias”. Adicionalmente, se explicaba –a través de 7 puntos/ítems– el proceso de la toma del examen.
En el punto/ítem 4 se aclara que el tiempo de duración del examen es ininterrumpido (de 3 horas) y que en ningún caso se conceden descansos ni recesos mientras se realiza el examen. En esto tienen toda la razón. En mi nota, coloqué, de manera equivocada, la palabra descanso; cuando en realidad no hay tal. Mi sobrina, al contarme su historia, usó literalmente la palabra “break” creyendo que significaba el final del examen y he ahí la razón de la imprecisión, ya que, para mí, “break” es un descanso, no el final de una actividad. Algunos cibernautas (entre ellos, amigos de directivos de la universidad) salieron a rasgarse las vestiduras y opinaron visceralmente tanto en la nota publicada como en el comunicado colocado en la página web de Facebook de la Universidad de Cartagena, afirmando que las denuncias eran falsas solo por ese detalle y que, además, eso no sucedía en la Universidad de Cartagena. De hecho, el comunicado referenciado arriba decía literalmente en el punto/ítem 2: “El día del examen de admisión, solo se permite el ingreso de los aspirantes que acrediten su identificación personal. Para lo cual, con la colaboración del personal de seguridad de nuestra institución, se exige documento de identificación original y citación. Por ningún motivo se permite la presentación del examen a aspirantes que no acrediten su identidad”.
A pesar que el interés principal de los directivos de la universidad (en cabeza del rector y de la directora de admisiones) fue salir a desmentir las denuncias cuanto antes para acallar lo que todos saben en Cartagena desde hace muchísimos años y, adicionalmente, sabiendo que mis denuncias eran ciertas y que se adelantaba una investigación al interior de la universidad, decidí callar y esperar el resultado de esta (la investigación). Es así que, el día 15 de junio de 2017, la Universidad de Cartagena expidió un nuevo comunicado en donde se notifica que habían sido identificados 5 casos de suplantación de identidad (3 casos en medicina y 2 en derecho) cuando se cotejaron las huellas dactilares de la hoja de respuesta del examen con aquellas de las órdenes de matrícula.
En esta oportunidad, los cibernautas que una vez salieron a desmentir, brillaron por su ausencia. Por otra parte, hay que alabar la valentía que tuvieron los directivos de la Universidad de Cartagena en aceptar que sí hubo fraude. No tengo nada personal en contra de la Universidad de Cartagena ni de sus directivos. Tengo varios amigos que son docentes de la institución y conozco su probidad como personas y profesionales. Sé que son incapaces de aceptar coimas ni de acolitar este tipo de fraudes cuando les ha tocado cuidar estos exámenes. No obstante, sé también que, en un país como Colombia, no sorprende encontrar una gran cantidad de personas inescrupulosas, carentes de conciencia ciudadana y con una cultura de corrupción arraigada, independientemente de los cargos que ostenten (http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/colombia-ocupa-el-puesto-90-entre-176-paises-indice-de-articulo-676494). Los hechos hablan más fuerte que las palabras. Los hallazgos son contundentes: hay un cartel de exámenes de admisión al interior de la Universidad de Cartagena (y, quizás, en otras universidades públicas del país). Lo que hacen estos carteles es realmente despreciable: jugar con los sueños de jóvenes talentos. El hedor que emana de sus acciones es insoportable.
¿Qué piensa hacer la Universidad de Cartagena al respecto? En el mismo comunicado del 15 de junio de 2017, dicen que “se gestionarán medidas de control con la Registraduría Nacional del Estado Civil tomando huellas biométricas a quienes ingresen a presentar el examen de admisión”. Este es un gran primer paso. Sin embargo, no es claro si la medida se hará extensiva a los exámenes de admisión de todas las facultades y niveles de educación (pregrados y posgrados) o solo a aquellos programas que tienen más demanda. Por otro lado, afirman que este tipo de fraude son casos aislados. No, no son casos aislados. Es un secreto a voces en la ciudad. Ya basta de tratar de tapar el sol con las manos. Es una práctica de vieja data, la que, a través del tiempo, ha venido mutando para adaptarse no solo a las necesidades de la demanda de cupos, sino también a las nuevas medidas de control.
Los 5 casos de suplantación son solo una de las tantas modalidades de fraude que hay. Solo se necesita echar una mirada a los comentarios realizados por los cibernautas. Si los directivos de la Universidad de Cartagena están realmente interesados en garantizar la transparencia y llegar al fondo de esto, deberán desprenderse de sus egos personales y escuchar a la ciudadanía, la cual, generalmente, tiene información de primera mano. Para eso, es necesario que esta (la ciudadanía) no se quede callada. Que deje la apatía y colabore. Sí, es verdad que, típicamente, las denuncias no prosperan. Pero, sepan también que los facinerosos lo saben y lo aprovechan para seguir delinquiendo. Es por esto que mi invitación es a que denuncien respetuosamente, pero con firmeza, ya que, como en este caso, puede suceder que, en el país del realismo mágico, la realidad no siempre supere la ficción.
