Quiero contarle, mi hermano, un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra, caballero, y dice así: Cartagena de Indias, oficialmente Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias, fue fundada el 1 de junio de 1533 por Pedro de Heredia. Esta ciudad, habitada por alrededor 971.700 personas —siendo el quinto municipio más poblado de la nación—, cuenta con uno de los puertos de mayor importancia en el Caribe, Colombia y el mundo, y es célebre por ser un popular destino turístico. De hecho, su centro histórico, la Ciudad Amurallada, fue declarado Patrimonio Nacional de Colombia en 1959 y Patrimonio de la Humanidad en 1984 por la Unesco.
Pues bien, en noviembre se cumplen dos primeros meses de la gestión del burgomaestre Pedrito Tomás Pereira Caballero, quien esperamos pueda establecer un orden institucional y ejercer las mayores obras posibles en los distintos frentes que requiere la heroica. Sin embargo, a poco menos de un año para las elecciones de alcalde, gobernador, diputados, concejales y ediles en toda Colombia, la ciudadanía está en la obligación de mirar con lupa quién llevará las riendas del Corralito de Piedra durante el periodo 2019-2022. Es necesario recapacitar y ser lo más honesto, asertivo y hasta preciso al momento de votar, pues ya conocen todos lo ocurrido durante estos últimos años con los mandatarios de la ciudad amurallada, que poco o nada pudieron lograr en tan poco tiempo (11 alcaldes en 10 años).
La ola de escándalos de corrupción que ha sacudido a Cartagena dejó perplejos a sus habitantes y a los visitantes que tanto la queremos. Esto desató una crisis al establecimiento, en la que una y otra vez quedaban al descubierto los actos ilícitos ejecutados a las espaldas del ciudadano de a pie, que siempre termina pagando los “platos rotos”, porque como dice aquel viejo refrán “por uno pagan todos” (este sí que se ha aplicado en la capital de Bolívar para quienes allí habitan).
A veces no se puede entender cómo una ciudad tan costosa, con las cifras del turismo en aumento* (una de las principales fuentes de ingreso), tiene niveles de pobreza tan altos. Para que usted se haga una idea de lo que es vivir allá, el Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) reveló que Cartagena, Barranquilla y Sincelejo son las tres urbes en donde los precios de los productos y servicios más se han aumentado. Por su parte, los números en materia de pobreza no dan abasto, es la tercera población en la nación, después de Cúcuta y Montería. Y en pobreza extrema, ni hablar: el 4,1 % de la población subsiste al día con menos de 4.010 pesos. Además, Cartagena también ocupa el tercer puesto, luego de Cúcuta (5,3 %) y Villavicencio (4,5 %), lo cual es un avance frente a la situación del 2014, cuando estaba de segunda luego de Cúcuta.
Queda claro que tal vez ha sido falta de voluntad y de políticas públicas por parte de los mandatarios en curso para confrontar la desigualdad en cada rincón del distrito turístico y cultural. Se espera que en las próximas elecciones regionales, la lección, seguramente aprendida por los ciudadanos, sea notoria en las urnas.
Se tiene el compromiso moral de generar acciones que conlleven a disminuir la pobreza en sus dos categorías (las ya mencionadas) porque Cartagena merece un mejor trato y atención oportuna de quienes de alguna u otra forma disfrutamos de ella. No dejemos a un lado los problemas de nuestra ciudades hermanas, pues estamos en la obligación de crear más región para una mejor Colombia.
* Dentro de los logros a mostrar está el aumento de 55,6 %, entre 2012 a 2017, en la llegada de pasajeros nacionales a Cartagena. Además, se logró una reducción de la tasa aeroportuaria, pasando de 92 dólares a 38, lo que impulsó la llegada de pasajeros en vuelos internacionales en 128,6 %, en el periodo de 2012 a 2018. En cuanto a los visitantes extranjeros que reportan a Cartagena como su principal destino en Colombia, el aumento es de 114 %, pasando de 203.111 en el 2012 a 434.600 en el 2018.