¨La amenaza no está en las máquinas ni en los procesos. Está en el hombre mismo, depredador por antonomasia¨. Darío Restrepo. La modernidad no puede sustituir lo humano, porque sin vida humana, nada pero absolutamente nada valdría, luego todo debería estar supeditado al respeto de la humanidad y la ecología, lamentablemente, hasta ahora no ha sido así.
Las características de la vida “moderna“, en las ciudades han sido y siguen siendo tema de estudio y de debate, al punto que existen grandes aportes para comprender el asunto, dado los efectos que el fenómeno produce en las relaciones sociales, y la personalidad de los habitantes, lo cual amerita que de la misma manera como se invierte en las grandes obras de infraestructura, de suyo necesarias para el desarrollo, el crecimiento económico, y la competividad, dentro de criterios de la ética y equidad, es menester que también se inviertan en los intangibles humanos, y en este caso sobre los problemas del modernismo urbano, para lograr unidad, humanidad, convivencia, sentido de pertenencia, solidaridad, en medio de las diferencias.
La obra clásica, denominada el urbanismo como forma de vida, Louis Wirth, nos advierte, sobre modelos de conducta diferenciados heterogéneos propios de las grandes ciudades, que a partir de las migraciones a las ciudades como Cartagena, la han transformado, además por su innegable vocación turística, portuaria, industrial y comercial.
Las grandes migraciones que llegan a nuestra ciudad, produce distintos efectos, conductas antisociales, algunas inocuas, otras delictivas, que impactan la vida cotidiana, en otros casos otras modas urbanas son estilos estructurados de vida aislados dentro de una ciudad, de indiferencias, por lo que hemos de tender los puentes, para que la ciudad retome el culto a lo humanístico, en la perspectiva del empoderamiento de la ética de la convivencia.
El autor en cita, sostiene que los especiales comportamientos individuales y colectivos en las grandes ciudades, están determinados por tres factores tamaño, densidad, y hereogeneidad, que concentran dice el autor “ agregados gigantescos que irradian las ideas y prácticas de la civilización actual, dado que el 70% de la población mundial es urbana, lo cual tiene como es obvio efectos de todo orden.
El crecimiento natural de las ciudades en las circunstancias que señalamos en el primer artículo, nos presenta problemas que requieren soluciones complejas, a lo que se suma la inmigración heterogénea de grandes grupos sociales, lo que ha producido un estudio de la sociología de las grandes ciudades en la perspectiva de prevenir desordenes macrosociales, en virtud que estos grupos pueden tener visiones, culturas, intereses , costumbres distintas.
El poco arraigo de estos grupos, implica que se realicen políticas tendientes a que se conozca las fortalezas de las cultura local, unir personas y organizaciones nos aconseja el autor para que exista conocimiento mutuo, sentido de pertinencia, y evitar al máximo que exista segregación en virtud de esas diferencias.
El universo y nuestro país, son diversos y multiculturales, y dentro de esa consideración es importante que se tiendan lazos fraternales entre todos, en medio de las normales diferencias, para no tener varias ciudades en una, si una, como la nuestra con todas sus potencialidades.
La educación y la misión preventiva de la Ley , las normas policivas, por supuesto serán condiciones del orden, de la convivencia, de la comprensión que requerimos, lo que significa que el Distrito de Cartagena en ese sentido debe monitorear las inmigraciones sociales hacia nuestra ciudad, pero sin perder de vista que debemos prioritariamente construir justicia social, es decir comenzar a eliminar las grandes desigualdades sociales. @arrietaalcides.