Por medio de la presente quiero manifestar públicamente el sentir de varios colegas, excompañeros de estudio y otras personas que se sienten identificados con el malestar, por la precaria remuneración ofrecida en el sector privado de la educación para los profesionales y licenciados. Además, por las pocas ofertas de empleo que encuentran los licenciados en filosofía que vivimos en el Valle del Cauca.
Frente a la coyuntura nacional reflejada en consignas políticas que propenden por un “nuevo país, paz, equidad y educación” la intervención del Ministerio Público parece apoyar y dar importancia a la gran familia de licenciados a nivel Nacional, pero la realidad resulta distinta. El problema consiste en lo siguiente: luego de cinco largos años de estudio de una licenciatura en Filosofía de la Universidad del Valle, incluyendo casos en los que compañeros recibieron méritos académicos por su buen desempeño, salen contentos los nuevos profesionales en busca de un empleo digno. Su estreno en la búsqueda de empleo es recomendar a conocidos y amigos; luego se acude a las páginas de empleos en línea, entre ellas zonajobs.com y computrabajo.com.co entre otras.
Ya, fuera de la institución universitaria el profesional tiene que enfrentarse a la realidad: por un lado, el licenciado en filosofía se afronta el inevitable inconveniente de encontrar pocas posibilidades de empleo por ser de una asignatura particular ‘filosofía’ que, según la Ley General de Educación 115 de 1994 y el Decreto 1860 del mismo año, debe asumirse en los dos últimos niveles de educación la ‘media vocacional’ o grados diez y once. Inconveniente que repercute en dos cuestiones: primero, la posibilidad que su posible plaza de trabajo la ocupe una persona de otra área de estudio: sociólogos, teólogos, lingüistas, y de cualquier otra área o asignatura con el fin de completar la asignación académica. Segundo, en que le toque asumir otra área de estudio con el fin, igualmente, de completar la asignación académica, por lo cual, y de acuerdo a los intereses particulares, se sienta más cómodo. Así, se ve licenciados en filosofía ocupando plazas para la cátedra de ciencias sociales, lenguaje, competencias ciudadanas, incluso matemáticas, entre otras.
Por otro lado, el encuentro de los nuevos licenciados con el sector educativo privado no es el más acogedor por el nivel de sueldos que ofrecen las instituciones. Para comprobarlo se presentan algunas imágenes de los portales de empleo que confirman la precariedad de sueldos que se ofrecen a los licenciados, sueldo que se equipara con lo que gana un técnico o un tecnólogo del país y por lo cual estudiar una licenciatura se convierte en un capricho particular sin ninguna posibilidad de ascenso social.
Las anteriores empresas, ente muchas otras, se caracterizan por ofrecer el salario mínimo legal vigente (incluso hay empresas que ofrecen menos) cosa que no se corresponde con el empeño de cinco años de estudio. Señora Ministra, para que se pueda consolidar su política de hacer una Colombia más educada se debe profundizar en la formación profesional y la valoración de la carrera docente, con el fin que los profesionales tengan las garantías económicas mínimas para ejercer su labor y no tengan la necesidad de tener dos o tres empleos para solventar sus gastos. No se construye una Colombia más educada si la actividad de mensajero o aseador tiene mejor retribución económica que la del docente que, si bien no es un desmérito, no exige una preparación universitaria.
La valoración de la carrera magisterial contribuye a una mejor calidad en las prácticas educativas. Además, si a la falta de solvencia económica se le suma las graves complicaciones en la salud por la ansiedad, el estrés, la hipertensión, las dolencias musculares que frecuentemente aquejan a los maestros, entonces al profesional le quedará difícil cumplir con aplicar la “pedagogía de la paz” que se le ha encomendado en el país.
Adicionalmente a las problemáticas enunciadas, las empresas que, como las que siguen, ofrece más del salario mínimo legal vigente terminan enclaustrando al profesor a una doble jornada laboral. Que si se hacen las cuentas, termina trabajando cada jornada por menos valor del salario mínimo. Situación a la que toca someterse si no se quiere engrosar la lista de desempleados del país. De ahí surge la pregunta ¿se está trabajando realmente por la equidad social?, y, ¿en estas condiciones es posible la educación?
Con los anteriores elementos expuestos, pretendo que se difunda la información sobre la realidad económica y social de la labor docente. Labor a la que hay que atender y dignificar si lo que se pretende es la igualdad y equidad social. Atender las situaciones manifestadas, estimada ministra, es fundamental para hacer de Colombia la más educada.
Con el firme ánimo de ayudar a la construcción de un país más equitativo, con salarios dignos y con el respeto y valoración por la profesión docente, atentamente: un estudiante a puertas de graduarse de Licenciatura en filosofía de la Universidad del Valle y muchos profesionales más que se preocupan por su futuro.