Sr. Juan Manuel Santos
¿Qué es la paz?, ¿cuál es el precio a pagar para conseguirla?
Ya están por cumplirse dieciséis meses de la firma del acuerdo de paz con las Farc-Ep, que por ese entonces se hacían llamar Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo, y nos han surgido una serie de interrogantes. También, hay desazón, inconformidad y desilusión en un pueblo que encontró un costo muy alto en la obtención de tan anhelado derecho universal de la humanidad, que en términos contables sería un gasto.
Nos sentimos engañados, es la percepción de quienes por la vía democrática plasmaron su negativa a lo expresado en cada página de aquel fatídico acuerdo, aquellos que no nos opusimos a la paz pero sí, a la impunidad. ¿Cuál fue el compromiso pactado tras bambalinas? Fue evidente la necesidad de implementar lo pactado con el hoy movimiento político Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común).
¿Qué sintió?, ¿qué beneficio, económico posiblemente, obtuvo al cubrir con impunidad a los más grandes autores de las peores barbaries vividas por este país? Somos un pueblo que sufrió mucho, que transitábamos en la constante del terrorismo y las masacres sistemáticas, ordenadas por quienes hoy gozan de los beneficios y el beneplácito de su gobierno.
Vimos con tristeza la imposición de su sensata voluntad contra la mayoría que dijo no en el plebiscito, violando los Estatutos de Roma al exonerarlos de toda culpa en la autoría de delitos de lesa humanidad, los libro de purgar penas interminables, por hechos como el narcotráfico.
Siguen latentes en el corazón de los colombianos hechos como:
Bojayá (Chocó), 2002: 119 víctimas, todas civiles.
Club El Nogal (Bogotá), 2003: 36 civiles muertos y más de 200 heridos.
Valle del Cauca, 2007: 11 diputados asesinados después de 5 años en cautiverio.
Minas antipersonas: Más de 11 mil muertos en todo el país.
Violación de menores: a 2015 se contaban más de 1.800 menores entre 11 y 15 años que fueron violadas y obligadas a abortar dentro de esa organización.
Por esto y más, hoy los colombianos rechazamos con más fuerza su Nobel, su acuerdo, sus apadrinados, pero sobre todo,su cinismo al culpar a diferentes líneas políticas,de los adefesios adquiridos en su gobierno.
No siendo más, quiero desearle que tenga un buen día y que su conciencia no lo atormente al dormir.