Señores de las FARC:
Hace días, tal vez años, deseaba escribirles algo y también quisiera grabarlo para que quienes no saben leer o no les gusta (que creo que son muchos) escuchen lo que llevo en el alma.
Apoyo al presidente Santos en su intento por conseguir la paz con ustedes y lo hago no porque ustedes me caigan bien, NO.
Yo pertenezco a ese 98% de los colombianos que los detestan, a aquellos colombianos a los que preferimos verlos muertos o en la cárcel que dirigiendo nuestro país.
No obstante lo anterior, le quiero dar al presidente la oportunidad similar que una madre le da a su hijo cabeza hueca cada vez que comete una embarrada. ¿Y saben por qué? Porque anhelo ver a mi país en paz así ello me cueste tragarme el sapo de verlos a ustedes de civil haciendo política por todo el país.
Pero lo que si tengo claro es que si yo deseo que haya paz con las farc, lo que JAMAS haré será votar por ustedes.
Ustedes con sus mentiras y sus aberraciones y humillaciones para no hablar de las proezas que como secuestradores y violadores de derechos humanos han tenido, no se ganaron el respeto de los demás colombianos.
¿O díganme con qué cara se aparecen ustedes en Tumaco, en Bojayá, en las Delicias o Mapiripán a pedir respaldo, si ya el miedo con el que hacían política hace años supuestamente ya no estará?
Prueba de ello es la incipiente votación de la UP en las elecciones pasadas.
¿Saben que me aterra del discurso que Iván Márquez o Santrich o Catatumbo dan en Cuba? Que lo hacen y lo dicen con la frente en alto y con la soberbia de quien se siente triunfador.
Pues No.
Ustedes no se han ganado nada.
Es más, considero que si están allá es porque saben y entienden que esta lucha no los lleva a ninguna parte y que cualquier arreglo por pequeño que este sea, será mejor que seguir en el monte envejeciéndose y muriendo lentamente sin el respaldo del pueblo, sin las armas necesarias para tomarse el poder, sin la tecnología de punta con la que sí cuenta el estado, con cultivos ilícitos cada vez mas judicializados que arremete contra las finanzas, con una tropa desmotivada que no ve cerca sino la muerte y no la toma del poder que tanto pregonan.
Si tan solo reconocieran la infamia que han hecho padecer al pueblo, (no al estado), con cada uno de sus actos, seguramente existiría en el corazón de cada viuda o huérfano la posibilidad de pasar esa hoja. Pero al verlos altruistas y orgullosos de sus actos, no les queda otra alternativa que mirarlos con los ojos de quien JAMAS perdonará y de quien siempre querrá verlos pagar por lo que ellos han sufrido.
Si hubiese un sentimiento de pedir perdón, similar al del Apartheid de Sur África, (repito no al estado), sino al pueblo, seguramente ese camino que hoy parece tortuoso podría cambiar.
Como sugerencia les hago que se miren al espejo y se digan cual de ustedes se siente con ganas de seguir en el monte, si la persona que allí se refleja ya no es joven, muchos están enfermos (Hasta ciegos), otros cansados de no recibir apoyo verdadero, cansados de huir a diario, cansados de comer lo mismo todos los días, cansados de no poder dormir por escuchar el ruido de los aviones, cansados de no poder disfrutar de la familia y cansados de ni siquiera poder orar a Dios.
¿Qué negocio es ese?
Ustedes, poco admirados señores, saben que esta tabla de salvación que ingenua o inteligentemente les ha dado Santos, es la última oportunidad para muchos de los que hoy se pasean en la Habana, porque bien saben que de volver al monte correrán la misma suerte de muchos de sus mentores; la soledad de una tumba desconocida que ninguno visitará.
Una última cosa: ustedes pueden ser unas Fuerzas, pueden ser Armadas, pueden ser Revolucionarias y de Colombia, pero lo que NUNCA podrán ser es el EJERCITO DEL PUEBLO. Mi ejército no fue, no es, ni jamás serán ustedes
Posdata:
¿Qué si tengo miedo de decirles esto?
No y les digo por qué: mi pensamiento es el de la mayoría de los colombianos