Para ninguno de los actores del conflicto es fácil. Todos tienen miedo a que les fallen: que incumpla el gobierno, que incumplan ustedes … después de todo no es tan sencillo confiar los unos en los otros.
El conflicto, y aun más la solución política del mismo, es comparable con una caminata entre el fango: antes de dar cada paso se siente pánico, al darlo se siente un poco de seguridad, sin embargo la desconfianza vuelve otra vez.
No me opongo a hayan sido amnistiados porque supongo que ustedes también necesitan tierra firme donde pisar, al menos dar un paso sin miedo a caer.
Poco a poco el escenario deja de ser un fango para convertirse en una base sobre la que todos debemos construir país. La amnistía que les fue concedida es una de las piezas clave en ese proceso. Confíen y permítannos confiar.
Un poco más de tres mil de ustedes recibieron un beneficio que seguramente quienes creen fielmente que la venganza, que el ojo por ojo y diente por diente, es la mejor manera para sanar las heridas. Gandhi fue mucho más sabio y dijo que ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
Por generaciones hemos sido ciegos. No obstante, esta es la coyuntura ideal para abrir los ojos, no le fallen a una generación que quiere mantener sus ojos abiertos.
No le fallen a quienes, con el tiempo, se han esforzado por dejar su odio atrás. No le fallen a sus líderes, ellos no se rindieron, lucharon con más ganas para ser escuchados en La Habana.
No le fallen al Gobierno, ellos le pusieron alto al fuego … en vez de ordenar dispararles o pedir recompensa por sus cuerpos sin vida, instalaron una mesa, le subieron el volumen al micrófono y se comprometieron a escucharlos.
No le fallen a las víctimas de este conflicto ni a sus seres queridos. En su memoria debemos ser capaces de recibirlos como parte de esta sociedad porque así sabremos que esto no ha sido en vano.
La amnistía que recibieron es un beneficio que todos los colombianos esperamos que no desaprovechen. Es un beneficio que les otorga una segunda oportunidad en la vida. Es un beneficio que Colombia pide a gritos en aras de avanzar hacia la reconciliación nacional. Esta vez el país no les va a devolver el golpe.
Es una invitación a que se reincorporen a la vida civil de la mejor manera, aprovechen, más no se aprovechen de este momento histórico.
Sin fusiles, sin uniforme, con el compromiso firmado de no volver a alzarse en armas, hagan de sus ideales, de sus frustraciones, de sus conceptos, una nueva bandera por la cual luchar.
Llénennos de certezas y no de dudas y así, con la boca llena de argumentos, ya no solo recibirán por decreto presidencial una amnistía, sino que paulatinamente van a recibir el perdón social que seguramente les va a otorgar la verdadera libertad.