Apreciado Nicolás y Javier Darío:
Somos muchos los condenados por trashumancia y notificados por Twitter o correo de voz.
Pero amigos, la verdad verdadera es que no nos han condenado por trashumancia electoral, sino por trashumancia político partidista. Por cambiar de partido, por saltimbanquis electoreros, por cambiar de amiguis políticos de una elección a otra. Por ser dinámicos en política.
Tuve la oportunidad de hablar con el registrador nacional en encargo y me explicó las razones por las cuales no puedo votar en Bogotá, sino en el Cocuy (Boyacá) de donde salí hace exactamente muchos años, siendo apenas un niño pobre. Me señaló que en rigor el delito cometido, durante toda mi vida, era el de trashumancia política partidista reiterada y permanente. Y de inmediato me mostró el abultado expediente.
Con tono grave me dijo: "Señor Suárez, según nuestras fuentes de inteligencia e información, usted inició su trashumancia política como un camilista errante a los 14 años, luego estuvo vinculado al grupo católico anarquista llamado Golconda, posteriormente militó en un pequeño grupo sectario llamado MIR (M-L), de allí se pasó al Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista) Línea Proletaria, luego, siendo aún muy joven, se hizo dirigente nacional de la Unión Revolucionaria Socialista, peor conocida como URS. Luego de fracasar como socialista, usted, resignado militó en el Movimiento Firmes junto con Enrique Santos y Gerardo Molina. Años después, tras un prolongado receso, tenemos conocimiento que ingresó al Polo Democrático, su carné es número 50.876 y está firmado por Lucho Garzón. Posteriormente se declaró simpatizante de izquierda no militante en célula alguna. Al poco tiempo reincidió en su trashumancia. Como buen daltónico se declaró demócrata verde. Finalmente sabemos que desde hace unos dos meses usted está con Nadie, movimiento político creado y diseñado por los humoristas Karl Troller y Eduardo Arias. Como podrá ver, señor Suárez, el delito que le endilgamos es el de haber sido y ser un trashumante político empedernido. Pero le doy un consuelo, usted no está solo. Hay más de 100.000 colombianos en esa penosa y desesperanzada situación”.
“Usted podrá votar en el Cocuy, siempre y cuando lo haga por el glorioso Partido Liberal, que era la filiación política de su aguerrida y cachiporra madre, según consta en su partida de nacimiento.”
Perplejo pregunté desde cuándo se castigaba la trashumancia política y me contestó que a raíz de las denuncias de la Misión de Observación Electoral (MOE) y de León Valencia, la Registraduría Nacional se había visto en la molesta obligación de aplicar tan drástica sanción para garantizar la pulcritud y la trasparencia electoral, su gran objetivo misional e institucional.
El registrador me sugirió aceptar el delito imputado y me recomendó acogerme a sentencia anticipada. Abatido, comprendí que no tenía otra opción ni dinero para contratar un abogado, pero le expresé, indignado, que esta decisión era un grave atentado a la democracia y contraria a la paz, pues si se aplica a todos, como manda la ley, no podrían votar los expresidentes vivos que han gobernado el país ni todos sus ministros, tampoco los jefes o directores de todos los partidos de derecha y de izquierda, como tampoco lo podrían hacer los camioneros, los chofres de flota inter departamental o los pilotos de avión, lo cual debilita y causa grave daño a nuestra débil democracia. No me contestó nada y se limitó a entregarme copia de la resolución sancionatoria en mi contra.
Yo les aconsejo, queridos Nicolás y Javier Darío, que se acerquen de inmediato a la Registraduría a declararse culpables. Pueden acogerse a sentencia anticipada y así podrán votar en su natal Barranquilla o la Estrella (Antioquia), así no vivan ya allá.
Como pueden ver, camaradas de infortunio, tanto esfuerzo por aproximarnos a lo políticamente correcto y vean lo que nos pasa: nos privan de participar del festín electoral del próximo domingo.
Me siento muy decepcionado y triste. No es justo que después de tomar la decisión de votar por Nadie, se me haya castigado de esta forma.
Como ya somos tres los perseguidos, les propongo que nos constituyamos en un nuevo partido: el Partido de los Trashumantes de Izquierda y del Centro. Estoy seguro que después de las elecciones del domingo 24, seremos el partido del futuro. Son miles los que cumplen con el requisito de haber estado allí, saltado luego allá y estar hoy acá sin ruborizarnos. Los trashumantes políticos somos todos y la historia política reciente así lo confirma.
Amigos en la adversidad, cordialmente,
Hernán Suárez
