Hemos institucionalizado la violencia en nombre de la religión, como ocurre en Nigeria, en nombre de la familia, como ocurre en América y en Colombia, en nombre de los partidos, donde sucede conflicto armado.
Y hemos permitido vivir con eso, sin ninguna consternación del alma y de los sentidos.
Yo, hablo como víctima de abuso y violencia sexual, como menor de edad entre 1987 y 1994 por parte de familia adoptiva y cercanos, cuando era un buen burgués destinado a otros lides, alumno de la Fundación Colegio UIS en Bucaramanga y un ser al que poco a poco borraron la sonrisa.
Cómo es la costumbre, la amenaza del hambre, el buen nombre, y la calle, fueron suficientes para callarme y eso fue un error.
Me dediqué entonces al arte y al análisis literario para sanarme y para sanar. Contra este tipo de violencia no hay reparación suficiente y Colombia y más Santander gozan con los índices más altos de impunidad y silenciamiento.
Por eso como víctima y con mi voz, no queriendo ser victimario de la cotidianidad mediática, me aúno al llamado en redes sociales contra la tragedia contra las niñas en Nigeria y que la sociedad mundial no puede seguir siendo indiferente.
Porque siempre hay que inventar y sembrar un gesto amable, mientras somos ausencia, digo un NO MÁS, REGRESEN!!! #BringBackOurGirls
Gustavo Enrique Ortiz
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