Bogotá D.C., 08 de julio de 2015
Señor
Juan Manuel Santos Calderón
Presidente
República de Colombia
Señor presidente,
Los hijos de Jesús Emilio Ayala Hernández, exalcalde de Salazar de las Palmas-Norte de Santander, funcionario público, amigo incondicional, líder, hermano, padre y ser humano ejemplar, fue secuestrado el sábado 21 de febrero del presente año en el mencionado municipio. A través de este carta, queremos darle a conocer la difícil situación que estamos afrontando como familia, como víctimas de la violencia y la inseguridad que perturba día a día a nuestro país y que, aunque quisiéramos obviar y vivir como lo hacíamos meses atrás, disfrutando de una relativa “paz” y “tranquilidad”, alejados de la realidad social y política de nuestro país, el hacerlo, significaría darle la espalda a nuestra realidad. La violencia, la inseguridad y la falta de presencia del Estado tocó nuestra puerta, tocó nuestra familia y desde ese triste 21 de febrero se ha infligido en nosotros un dolor continuo que día a día afecta nuestra estabilidad, salud, unión, armonía familiar y en general todos los ámbitos de nuestra vida.
Desde el momento en que conocimos la noticia del secuestro tuvimos la esperanza que el Estado a través de sus agentes y representantes, lograrían traer a nuestro padre de vuelta a casa devolviéndole la libertad en poco tiempo. Como los más grandes románticos y soñadores confiamos en la actuación apremiante del Estado colombiano, en beneficio de sus nacionales, pero si grande fue nuestra ilusión, inmensa ha sido nuestra desilusión al observar, atónitos, que pasan los días, las semanas y los meses y mi padre sigue aún en cautiverio, profundiza nuestra decepción el observar la forma cómo, implícitamente, el Estado categoriza a las víctimas mostrando mayor efectividad en unos casos que en otros, revictimizando de esta forma al violentado por acción de los delincuentes.
Es nuestra intención con esta carta levantar nuevamente nuestras voces, clamando ayuda y solidaridad. Nuestro papá nos ha enseñado el amor por nuestra tierra, nuestro país, nuestros compatriotas y, en especial, por el campo colombiano, razón por la cual nunca quiso vender la finca donde creció y se formó junto con sus amados hermanos, bajo las enseñanzas de nuestros abuelos don José María Ayala y doña Ana María Hernández como un hombre de esos que contribuyen a hacer más grande esta nación. Por su mente jamás cruzo la idea de alejarse de su tierra y valientemente decidió creer en el regreso de la paz al territorio norte santandereano.
Señor presidente, aunque el espíritu y creencias de nuestro padre, posiblemente estén bastante lastimadas, nosotros queremos, necesitamos, como ciudadanos de esta dolida patria, seguir creyendo, seguir confiando en que con su colaboración, con fe en Dios y ayuda de la oración, podremos salir pronto de esta penosa situación y tener de regreso a nuestro padre.
Cordialmente,
Camila Andrea Ayala Gómez José María Ayala Gómez
José Ricardo Ayala Gómez Santiago José Ayala Gómez