Llegaste a nuestra vida de una forma inesperada cuando apenas nuestra familia iniciaba a fortalecerse, tenía exactamente seis (6) años y mi hermana (4) cuando abrí la puerta y mi padre te cargaba de brazos, a mi corta edad solo pensé en lo hermosa que eras y en todo cariño que te íbamos a brindar; en esos momento solo querías dormir y que nadie te molestara pero al paso de los días llenaste nuestra infancia de alegría cuando empezaste a juguetear con nosotros y ofrecernos tan sincero y puro amor que solo un ser tan maravillo como tú lo puede brindar.
Pasaste toda nuestra infancia ofreciéndonos cariño, alegría y sobre todo lealtad a nuestra familia y por eso cada día de tu existencia te retribuimos en la misma proporción todo lo que tú nos diste, a pesar de todas las travesuras que hacías en la casa. una vez llego la pubertad y nuestra importancia se enfocó en disfrutar con nuestros amigos del colegio y del barrio, reconozco que te dejamos de prestar algo de atención y hasta a veces nos fastidiaste; pero a pesar de eso siempre fuiste noble y como si fueras un ser sabio supiste entender cada etapa de nuestras vidas, y como si tuvieras el amor de una madre siempre tuviste la disposición de salir recibirnos con la mayor alegría del mundo todos los días que llegábamos del colegio moviendo tu corta cola y latiendo sin secar; donde era inevitable darte un beso, un abrazo y acariciarte, acciones con las cuales te decíamos en silencio que te queríamos de una forma sin igual.
Cuando inicie mi universidad y tuve que partir hacia otro lugar quizás aprendí a valorar más tu presencia en mi vida, por eso cada vez que viajaba en mis vacaciones anhelaba verte y molestarte en la misma forma que a mis padres ; pero como en la vida nada es eterno y todo lo bueno se acaba, los años empezaron a pesar en tus pequeñas y cortas patitas; pero de una forma inexplicable durante varios años soportarse varias enfermedades, quizás pienso que fue el amor y el miedo de dejarnos solos lo que hicieron resistir y recuperarte en innumerables ocasiones; pero cuando el años pasado quedaste invalida y no pudiste seguir corriendo, latiendo, defendiendo la casa y trayendo tu amada pelota, decidimos sin duda alguna ayudarte y apoyarte en tu vejez, ofreciéndote cariño y amor.
Pero hoy después de diez y seis (16) años de hacer rebosar nuestras vidas de alegría, la naturaleza y la vida decidió que ya no nos acompañaras más en nuestras familia, solo quiero que sepas que esto más que una carta con la cual te despido, es la única forma que encontré para decirte que a pesar que no fuiste una perra de una raza exclusiva y con pedigree, nuestro núcleo familiar siempre se sintió orgulloso de tenerte como mascota y por eso me despido diciéndote “muchas gracias” y prometiéndote que siempre estarás en cada rincón de nuestro de corazón hasta que nuestra existencia también termine y que sobre todo siempre serás irremplazable.
Adiós vieja amiga, siempre te amaremos!
Descansa en paz CAMILA.