Hace muchos años, en un país llamado Colombia, a unas personas que se llamaban "dirigentes" (seguro creían que dirigían), se les ocurrió la genial idea de hacer madrugar más a los pájaros, que el sol se levantara más temprano y que nuestro reloj biológico se adaptara a sus caprichos, para con ello, tratar de apaciguar la crisis de energía que teníamos.
Lo único bueno de tamaño desafuero, fue la creación de un programa radial que pretendía hacernos llevaderas las tempranas tardes y las madrugadoras noches que nos impusieron.
Que nos acostáramos más temprano, como en aquel lejano 1970 lo ordeno un pequeño presidente y que madrugáramos más.
Y logró, ese programa de orígenes humildes, quedarse por muchos más años que aquellos líderes que ordenaron a la tierra cambiar su velocidad de rotación.
Creo firmemente, que el éxito de dicho programa se debe a la genialidad de su director HERNÁN PELÁEZ RESTREPO, quien ha decidido no continuar al frente del mismo.
Cada tarde, en un inicio a las 4 y/o 5, me deleitaba con las imitaciones y excelentes diálogos de los falsos personajes y poco a poco me volví adicto y al final siempre los esperaba, como se espera cada tarde a un amigo.
Ahora se va.
No tengo la más mínima idea de si voy a seguir escuchando el programa "La Luciérnaga".
Lo que si tengo muy claro es que debo agradecer al fundador y director del mismo, a quien todos llaman Dr. Peláez, mas por costumbre que por exigencia de quien porta ese el título.
Me siento en la obligación de manifestarle al Periodista (sí, con mayúscula), que hizo mi vida mucho más entretenida de lo que hubiera pensado, que ayudó a afinar mi sentido del humor, que mi pesimismo consumado se vio confirmado y que mis arrebatos de optimismo también fueron aupados por sus apuntes breves y bravos sobre las cosas buenas de este país.
Su manera elegante de dirigir, su planificada parsimonia y su infinita paciencia con algunos de sus compañeros de mesa, que a veces abusaban, me reconcilió muchas veces con este conglomerado de diferencias llamado Colombia.
Nunca lo conocí en persona, es probable que no lo llegue a ver, pero -espero que lo crea- muchas veces lo percibí como ese buen amigo que se sienta a contarme cosas interesantes y risueñas en medio de la tragedia.
Espero que no suene melodramático, pero en honor al respeto que le profeso, me alegra que haya decidido dejar de dirigir el programa, sé que lo pensó mucho y que es por su bien y el de su familia.
Respetado Señor, sólo me resta desearle éxitos y reiterarle mi profundo sentido de admiración y agradecimiento por haberse ocupado de nosotros durante tantos años.
Buen viento y buena mar.
