Los colombianos pusimos nuestra fe en usted al ser elegido, no solo para que logre la anhelada paz que sabemos lo trasnocha, al igual que a todos nosotros, y que sabemos implicara profundos sacrificios y la difícil labor de otorga el perdón de una sociedad semi destruida por esta guerra fratricida e irracional, sino que también lo elegimos para que nos representara, para que dirigiera los destinos de los colombianos, pero no solo como un colectivo de personas abstractas y de números o estadísticas, sino como un cumulo de personas plenamente identificables que viven y respiran, que sueñan, sufren y ríen, que tienen historias de vida individuales que sumadas construyen la historia de este país.
Señor Presidente, la lucha de Camila Labuabara es un claro mensaje de que no se hizo lo que se tenía que hacer, que la negligencia y malos sentimientos de personas que solo ven en los colombianos números y estadísticas, fuentes de pago de tributos o votos el día de las elecciones logro acabar con la vida de una niña que se convirtió en un símbolo paras el país, un símbolo de lo que es la injusticia, el maltrato, el desprecio por la vida, un símbolo de que nuestras vidas no tiene valor y que por lo tanto somos desechables.
Señor Presidente, la muerte de Camila Labuabara es un claro caso de negligencia, de despotismo, de incapacidad moral e intelectual y de inhumanidad de algunos funcionarios públicos de alto nivel, y de empresarios perversos del sistema de salud (léase SANITAS, pero ocurre igual con otras EPS) , y de un pésimo sistema de salud que convirtió la vida en un negocio, de funcionarios cercanos a usted a que sopeso la vida de Camila frente a unos tristes pesos y decidió que ganaba los pesos, como si fueran suyos y no de todos los colombianos, donde cabe preguntarse, cuánto vale la vida de alguien?, no es un mandato constitucional hacer todo lo que sea posible y necesario para garantizar el derecho a la vida?, es que ese derecho es de estratos?, de clases sociales?, o es un derecho universal de cada uno de los colombianos.
Camila solo es un ejemplo de las injusticias que ocurren en Colombia, porque no es la única, son miles y miles de casos, miles de historias de vida que trascurren en el anonimato entre el llanto y el dolor, de personas que no tiene quien las escuche, quien las socorra, porque ellas no existen en un sistema donde para un ministro 10 pesos son más importantes que la vida de una prometedora abogada que no logro cristalizarse, porque ayer, 24 de febrero de 2015, Camila perdió la batalla, dio su ultimo suspiro desencantada de ser colombiana porque siempre sintió que en Colombia ella no valía nada, ella no perdió su lucha contra el cáncer que la estaba acabando físicamente, sino contra el cáncer de un sistema, económico, político e inmoral que pudo más que ella.
Camila, ya se fue, seguramente en pocos meses pasara al olvido, como tantas historia de esta triste Colombia, pero lo triste es que mientras no se generen los cambios necesarios, de fondo y estructurales, no solo normativos, sino éticos y morales, esta terrible historia de Camila se seguirá repitiendo, una y otra vez.
Señor Presidente, usted es el Jefe de Estado, usted tiene no solo la obligación sino el deber como ciudadano y como se humano de evitar que esto vuelva a pasar, Camila debe convertirse en un símbolo para la posteridad de que es lo que se debe hacer y de que es lo que nunca se debe hacer.
Es cierto, nadie garantizaba que Camila se salvara, pero había un oportunidad, desafortunadamente sus colaboradores cercanos se la negaron, Sanitas se la negó, y un juez de tutela de segunda instancia se la negó producto de la gestión de Ministro de Salud que apelo la tutela ganada por Camila con tanto esfuerzo, porque primo otros interés, mezquinos, insanos e inhumanos sobre lo más sagrado que hay en la vida, la vida misma de un ser humano.
Señor Presidente Juan Manuel Santos, asuma el reto, pase a la historia como un grande, de nada sirve hacer la paz con la guerrilla, sino se hace la paz también con cada colombiano.
Señor Presidente, no puedo hablar por todos los colombianos, solo puedo hablar por mí mismo, pero sé que en el fondo interpreto lo que muchos colombianos le quieren decir a usted.
