Estimado minero:
Soy comerciante y entre los clientes que tengo, una parte importante son trabajadores del Cerrejón y por eso vivo enterado, más o menos, de lo que está pasando por esos lares. En las últimas semanas comencé a oír conversaciones sobre la negociación del pliego para la convención colectiva de este año. Por esta vía me enteré que, a diferencia de las anteriores negociaciones, la convención iba a ser firmada para tener vigencia sólo para 2016. Hasta ahí, además de la extrañeza que me causó el asunto, no le di mayor importancia y seguí tranquilo con mi negocio.
Pero, ahora ando inquieto. La razón, porque oigo en las conversaciones una palabra que me trae ingratos recuerdos: huelga. Sí. Todavía tengo las imágenes de lo que pasó en 2013. Ese año yo apoyé la posición de los trabajadores, porque me convencieron sus argumentos y me parecía un reclamo justo a ciertas cuestiones que me contaron, que causaban descontento hacia la empresa.
Sin embargo, la lección que me quedó es que todo se resuelve y se reduce a una cuestión de plata. Al final, con un bono de trece millones para cada uno se solucionó todo. ¿Y los contratistas? ¿Y la gente, como yo, qué logramos de fondo? Nada. Las ventas de mi negocio se me cayeron, porque no nos podemos decir mentira: podrán difamar de la empresa todo lo que quiera, pero no podrán negar que el Cerrejón mueve la economía local. Cuando se para esta empresa, se para todo por aquí. Recuerdo en la huelga pasada cómo las calles estaban rizas. Ni los lobos atravesaban la carretera. Era común ver a todos mis ex – clientes portar una larga barva marcada por la angunstia que d no tener qué hacer.
Y hoy, cuando el palo no está pa’ cucharas, cuando en el entorno nacional estamos mal y en el local aún peor, nos hablan algunos inconformes de volver a una “gloriosa” huelga. Ya lo decía Pambelé: “Es mejor ser rico que pobre”. Por eso, con trece millones, tú y tus compañeros lograron un gran triunfo. Pero solamente ustedes. Nosotros, los de la región, aun padecemos una huelga de hace 3 años y que hoy amenaza con repetirse y convertirse en la materialización del conflicto.
No nos hagas lo de los políticos amigo de Cerrejón. Cuando La Guajira tenía plata se la rifaron entre ellos. Hoy se lamentan por los niños que se mueren, echándole la culpa al gobierno nacional, estando ellos con la barriga y los bolsillos llenos. Los contratistas me mostraron un papel en donde el Cerrejón les contaba las mejoras a la oferta que les hacían a los trabajadores. Entonces, ¿qué tanta yuca pelan pa´ cuatro onzas de queso? ¿Dónde quedamos el resto, que sin trabajar en el Cerrejón, terminamos sufriendo las consecuencias de sus decisiones? ¿cuáles son las alternativas que ofrecen, si a la huelga, pero sí a qué para poder sobrevivir?
Primo, si esta vez te vas a la huelga, yo, por lo menos, no voy a darte mi respaldo. Por eso no acepto que digas que te vas a paro porque están pensando en mis derechos y el de todos los que somos comunidad. No esta vez. Di, de frente, que estás pensando sólo en tu bolsillo. Y eso no está mal, y no te lo critico. Pero sí me molesta que me incluyas a mí en el cuento para justificar tu lucha, cuando no te he pedido que me representes ni que pelees por mis derechos que supuestamente están atropellados.
Piénsalo. De la vez pasada aprendí que todos salimos perdiendo, especialmente los que no vamos a tener ningún bono al final de un paro. Que tu “gloriosa” huelga, no nos haga a nosotros víctimas de tu victoria.
Alonso Pinto. Alias: "el compa"