Señor presidente; le habla alguien que habita en la orilla izquierda del espectro político, le habla un progresista. Alguien que quiere y persigue la justicia social y la reivindicación de los derechos de los tradicionalmente oprimidos y que todos los días se estrella contra la aparente fatuidad de sus ideales. No se si sea un revolucionario, ya que como lo decía el Che Guevara, aquel es el estatus mas alto al que puede aspirar el ser humano.
Apoyé la revolución bolivariana, y la creí necesaria desde el comienzo, porque era totalmente consciente de que la sociedad venezolana era tan injusta e inequitativa como siempre lo ha sido la colombiana, y me alegraba que aquella reivindicación la hubieran podido lograr los humildes de Venezuela por vías democráticas aun en contra del establecimiento con sus enormes fortunas y el control de los grandes medios de comunicación. Pero ahora miro con preocupación el estado actual del gobierno en la hermana república y me permito decirles esto en forma brutalmente honesta; se están equivocando.
Se han equivocado con la economía no diversificándola después de 17 años en el poder. Donde en lugar de fortalecer a los pequeños productores de artículos de la canasta básica y el sector agrícola con subsidios y créditos a cero intereses, se han dedicado a patrocinar la holgazanería. Continúan con la dependencia del petróleo de manera tal que aquel que quiera atacar la economía Venezolana solo tiene que promover la baja de los precios del petróleo y hacer que las grandes multinacionales de productos estratégicos (si, como el papel higiénico) dejen de surtirlos en los almacenes. Cosa que no pasaría si en lugar de un ejército civil armado en las calles, tuviera un ejército de trabajadores, microempresarios y campesinos que fueran capaces de suplir las necesidades de su pueblo sin tener que apelar a la buena voluntad de los grandes fabricantes. Aunque si esta política se hubiera promovido, ya habría grandes fabricantes del lado revolucionario. Pero tal vez el principal error, (y este es uno que de continuar así sacará a la izquierda del gobierno para no regresar a el en mucho tiempo), no es otro que la persecución hacia los opositores.
No soy ingenuo, sé que en Venezuela la parte más extrema de la oposición es tan recalcitrante como la extrema derecha colombiana (estoy seguro de que cuando María Corina Machado se mira en el espejo ve a María Fernanda Cabal) pero perseguirlos y encarcelarlos sin tener un acervo probatorio suficiente es un gravísimo error; ¿por que? Pregúntese ¿cual fue el impulso de popularidad más grande que tuvo el presidente Chávez durante su gobierno? Pues ningún otro mas efectivo que el intento de golpe de estado del 2002, donde fue apresado y removido del gobierno injustamente, volcando al pueblo en su rescate y al final del día convertido en héroe.
Ahora ustedes están convirtiendo en héroes a personajes como Leopoldo López y Antonio Ledezma. Que posan de mártires ganando el favor de una franja cada vez más amplia de la población sin merecerlo, porque pertenecen a una clase rapaz que siempre ha lucrado con la miseria en Venezuela. Por lo que con su apresamiento y la no garantía de todos sus derechos procesales, lo que ustedes les están haciéndoles es un gran favor. No digo que la justicia no deba actuar, pero en estas actuaciones se deben dar todas las garantías de debido proceso y es necesario también contar con pruebas fuertes e irrefutables de sus actuaciones delictivas las cuales se deben igualmente dar a conocer a la opinión pública.
En suma. Cuando un gobierno lleva a cabo mas acciones y dedica tanta o mas energía a mantenerse en el poder, que a sacar adelante políticas que realmente promuevan el bienestar de su población es en general, una muy mala señal. Por lo que en lugar de preocuparse tanto por señalar con el dedo hacia complots, comentarios, criticas y caricaturas. Deberían preocuparse por el logro de los ideales que hicieron posible la llegada al poder del chavismo en primer lugar.
Entre otras cosas porque hoy cuando cualquiera en América Latina quiere reivindicar los derechos de los oprimidos a la justicia social, a un ambiente sano y a una vida digna. Se levantan de todas partes voces en contra, diciendo que miremos hacia Venezuela y nos preguntan que si acaso queremos ver a nuestros países igual. Ignorando claro, que hoy el verdadero socialismo (sin reclamarlo ni proclamarlo) se practica en países como Noruega, Suiza y Dinamarca, donde indicadores como el de desarrollo humano, Acceso a la justicia y equidad muestran el éxito de políticas esencialmente socialistas.
Así pues, si Venezuela aspira a parecerse en algo a esos países en las próximas décadas, debe sortear con sabiduría las convulsiones de esta época, atendiendo con estrategia de ajedrecista a esos clamores de las capas populares y no populares, dejando a esa oposición recalcitrante en la oscuridad del ostracismo, pero no por estar encerrados en un calabozo, sino por lo anacrónico y sin sentido de sus ideales. Ya que de continuar por este sendero, el socialismo del siglo XXI no será más que una anécdota en las páginas de la historia de nuestra América Latina.