Carta abierta a Idartes sobre Rock Al Parque 2015

Carta abierta a Idartes sobre Rock Al Parque 2015

Algunas irregularidades en el festival anual de rock de Colombia

Por: Crítico El Objetivo
junio 10, 2015
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Carta abierta a Idartes sobre Rock Al Parque 2015
Foto: Archivo Revista Metrónomo

Todo músico de rock colombiano quiere tocar en Rock Al Parque. Es una realidad inevitable a pesar del “arma de doble filo” que implica su existencia. Es consabido el daño que le ha hecho el festival a la industria musical nacional dada la “gratuidad” que el público ha asimilado como normal respecto a la música nacional. El fuerte ejemplo más reciente se presentó en el más reciente Festival Estéreo Picnic, en el que propuestas nacionales de gran calidad, que además cuentan con el respaldo de grandes agencias y conocidas emisoras, no pudieron evitar el rechazo de los miembros del público dado que no querían pagar por ellas “si podemos verlas por 10 mil pesos o hasta gratis en cualquier bar cada 8 días”.

Sin embargo, es difícil creer que algún músico del rock y el metal capitalino involucrado en la movida quisiera de corazón que se acabara con Rock al Parque sin haber tenido la oportunidad de pisar esa tarima. Siempre habrá cosas por mejorar y es pertinente que los involucrados en la casi nula industria musical bogotana las hagamos notar a los encargados de establecer las pautas del festival gratuito de rock más grande del mundo. Respecto al festival 2015, sería conveniente resaltar algunas irregularidades que se presentaron en el proceso de convocatoria de bandas distritales y que fueron recogidas en diferentes reacciones en redes sociales sobre los resultados para que, en el mejor de los casos, sean tenidas en cuenta y, en el peor escenario, sean sencillamente mencionadas para que el próximo año todo continúe exactamente igual:

1 – Entre las bandas que pasan año tras año a las anheladas audiciones, existen varias que no son bandas activas. Son bandas que no existen, o bandas que llevan más de un año o muchos más sin tocar y que sencillamente rearman la banda para efectos de obtener el dinero de la convocatoria. Curiosamente, la mayoría de las veces lo logran. Y más curioso aún, es que muchas después del festival se acaban de nuevo. Más allá de que, según las reglas, esto sea válido o no, se supone que el Premio (énfasis en la palabra) Festivales al Parque va para las agrupaciones que están trabajando constantemente en la creación de público y fortalecimiento de su propuesta como producto y así ayudar a mover y fortalecer la industria musical local (es por esto que se dispone parte del erario distrital para dicho premio). Se han visto casos de bandas que han tocado en el festival hasta dos veces o más, y siguen aplicando, siguen siendo seleccionados y que a la actualidad ni siquiera han prensado su primer disco y en algunos casos, a duras penas tienen un EP de hace 5 años. Esto es injusto para otras bandas que aún no han tenido la oportunidad de alcanzar el anhelado espacio y que tanto en trayectoria como en productos generados han hecho muchísimo más que esas otras agrupaciones que convenientemente se quedan con el dinero del premio para no hacer nada efectivo con el mismo.

2 – Nunca ha sido claro cuál es el criterio aplicado por los jurados o la organización a la hora de que cada jurado le dé un número de 1 a 100 a cada banda y promediarlo para obtener el resultado final. Y aunque se sabe que la opinión sobrepasa la objetividad, siempre han existido sospechas de preferencias, relevancias, métodos sesgados en la calificación (“paso fijo a las que conozco y las otras las reviso a medias”) y demás. Sin embargo, muchas veces las bandas que pasan distan de la calidad que reflejan los criterios del jurado y, más allá del gusto musical, realmente no se entiende cómo propuestas que, como mínimo, son bastante promedio en su ejecución y en vivo desde el aspecto técnico, visual y artístico obtienen los primeros lugares mientras otras que sobresalen por su calidad de propuesta y de show quedan relegadas a puestos distantes con calificaciones mediocres que no reflejan su trabajo ni su calidad como artistas.

En un simple ejercicio matemático, para una calificación de 94.67 (la más alta en esta convocatoria), es fácil inferir que la mínima nota que le pudo poner alguno de los jurados fue de 84.01, teniendo en cuenta que en ese escenario los otros dos jurados debieron calificarla con el puntaje máximo de 100 (100+100+84.01 = 284.01 / 3 = 94.67). La última calificación en clasificar fue de 75.33, lo cual pone a ese 84.01 y a la nota final 94.67 muy por encima de las demás propuestas distritales.

Sería bueno que los jurados de este año y la gente de Idartes sustentaran cuál fue el criterio por el cual ellos, en los criterios de evaluación consignados en la cartilla de la convocatoria, consideraron que ciertas bandas son tan superiores a las demás. Quizás la sustentación por parte de los jurados dé luces sobre qué es lo que le hace falta a las agrupaciones que año tras año siguen aspirando a ser seleccionados y, a pesar de su arduo trabajo de años, de la generación de productos musicales de alta calidad, de movida constante en los escenarios de la ciudad, de la consecución de giras nacionales e internacionales y de tener un show en vivo sólido y de excelente ejecución ratificado tanto por el público como por los mismos colegas. Y sabiendo qué es lo que les hace falta, las propuestas pueden trabajar para conseguir ese faltante o hasta pueden optar por no presentarse y así no ser descalificados “... porque pues ¿para qué nos ponemos?...”.

3 – Existen claramente agrupaciones que repiten una y otra vez entre los seleccionados cada dos años o más. ¿Sería muy difícil establecer como condición para la convocatoria que una banda que ya haya tocado 1 vez, en caso de querer repetir, no deba sólo esperar 2 años sino mostrar resultados posteriores a la consecución del premio? ¿No es acaso esa la finalidad del premio? Una posible solución es establecer una clasificación con cupos específicos entre “debutantes”, “repitentes” e “invitados” para la convocatoria, donde los requisitos actuales sólo se manejen para los “debutantes” y para los demás se amplíe a logros obtenidos desde su última presentación en el festival.

Algo debe pasar con los "repitentes" para, justamente, merecer repetir tarima. Algún criterio adicional debe ser calificado en su caso. No es justo que nunca hayan tocado bandas debutantes que tienen el doble, el triple y hasta más de palmarés que bandas que ya han tocado varias veces.

4 – Hace poco se redujo la cantidad de requisitos para aplicar a la convocatoria para evitar que excelentes propuestas se quedaran por fuera por la falta de una hoja o un literal. Sin embargo, esto sólo ha aumentado la cobertura de la convocatoria, más no la variedad o la calidad en los resultados de la misma. Y dichos requisitos si han hecho que bandas muy buenas se queden por fuera por la falta de una firma, o porque algunos de sus músicos son tan buenos (y en la mayoría de los casos, viven del arte) que tocan en varias propuestas.

Sin embargo, entre los seleccionados siempre se puede encontrar bandas que no cumplen con la residencia en la ciudad de Bogotá. Hablando del “sueño bogotano”, para vivir en Bogotá sólo se requiere trastearse y ya. Realmente lo único que se requiere es llenar el formulario con direcciones en Bogotá que, como evidencian los resultados, nunca se verifican a cabalidad. Los únicos que se ven afectados por el filtro de “mínimo 50% de integrantes que viva en Bogotá” son quienes son honestos al diligenciar el formulario. Sin embargo, es de conocimiento público que este filtro se establece para justificar el erario distrital bogotano que se invierte en los premios. La sugerencia acá es que, o bien la curaduría del festival es radical e incisiva en la verificación de esta información o bien dejan de pedir la misma, ya que no tiene sentido alguno que afecte a los honestos y premie a los convenientes.

No se busca descalificar totalmente el proceso de convocatoria. Obviamente entre las seleccionadas a tener la oportunidad de la audición son varias las que se lo merecen desde todo aspecto. Los mencionados son sólo 4 grandes aspectos que pueden ayudar no sólo a variar la parrilla de artistas que presenta el festival, sino a enriquecer y fortalecer la movida local con los artistas que realmente tienen la proyección y la intención para serlo. Todo esto, justamente, con el fin de continuar con el festival, a sabiendas que los cambios realmente pertinentes son de mayor envergadura e incluso comprometen su existencia o el cambio de raíz de su filosofía "gratuita". Sería bueno conocer la posición de otros involucrados, ya sea a favor o en contra: Realmente el mayor propósito de esta exposición es la objetividad o, como mínimo, un criterio sustentable. Finalmente, todos los que nos dedicamos a esto (músicos, gestores, promotores, managers, ingenieros, diseñadores, dueños de locales y demás) nos beneficiaríamos con cualquier mejoría que presente lo que ya existe en el patrimonio distrital que ya pronto cumplirá 3 décadas de existencia.

Crítico, el Objetivo.

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