Doctora Juanita Goebertus,
Cordial saludo
Einstein dijo alguna vez: “Dios no juega a los dados”. En este sentido, todo tiene su por qué y para qué. Las circunstancias, las cosas, van encajando en el momento perfecto. Así que no es ninguna casualidad que entre 130 candidatos la hayan elegido para ocupar tan distinguido y humanitario cargo. Seguramente encontraron en una brillante mujer colombiana el potencial que se requiere para asumir el más noble de los oficios: la defensa de los derechos humanos.
Desde hace algunos años he seguido la huella de su gestión en la carrera política. En primera instancia, cuando ofició como delegada del gobierno del expresidente Juan Manuel Santos durante el proceso de paz con las Farc. Después, su desempeño como miembro de la Cámara de representantes desde el año 2018 hasta la fecha. Una palabra podría sintetizar su ingente labor: coherencia.
Esta cualidad es consecuencia de la rectitud; es decir, una sincronía entre el pensar, el decir y el hacer. La coherencia surge de la moderación, esa virtud tan urgente para Colombia y el mundo en un contexto de intransigencias y apasionamientos enfermos por la polarización.
Quizás muchos colombianos afectados de sectarismo no alcancen a dimensionar lo que su elección representa para nuestro país. La patria atraviesa una borrasca de intolerancia y resentimiento. El actual escenario exige soluciones prontas a las causas que generan nuestro ya antiguo conflicto interno.
Desde esta perspectiva, muchos corazones necesitan reconciliarse consigo mismos y con los demás para curar sin más tardanza todas las heridas que aún no cicatrizan. Hay también millones de conciudadanos que claman justicia, reparación y no repetición de hechos terribles que hieren la entraña misma de lo que entendemos por humanidad.
En nombre de millones de compatriotas le reconozco todos los aportes que hizo en lo referente a temas de paz, reconciliación y derechos humanos. En mi humilde concepto, usted representa la prudencia, la mesura y la sensatez. Por otra parte, esa sensibilidad suya y las virtudes que la caracterizan, con toda seguridad estarán al servicio de las víctimas del totalitarismo, del populismo y de los regímenes despóticos de cualquier ideología y latitud.
Hay sombras que se ciernen peligrosamente sobre las democracias de todo el continente americano.
Aprovecho la ocasión para expresarle mi gratitud. Usted ha sido la única personalidad destacada de la política colombiana que se ha solidarizado con el drama de mi familia y con todas las vicisitudes que he tenido que afrontar como refugiado.
Las injusticias cometidas contra este servidor se pueden resumir en cinco palabras: la revictimización de una exvíctima. No obstante, diré una y mil veces: el perdón es la venganza de los buenos.
Doctora Juanita Goebertus, le agradezco su amable atención a estas palabras. Éxitos y bendiciones. Los seres humanos como usted cuentan con la protección y el favor del Cielo.