Doctor Antonio Navarro Wolf,
Me dirijo a usted con el mayor respeto. Me presento. Soy un joven antioqueño, nacido en el hermoso municipio de Jericó. Residente en la ciudad donde hace algunos días usted fue increpado con arengas insultantes. Nací luego de la Constitución de 1991 y he crecido comprendiendo los cambios políticos e institucionales de una Constituyente donde la Alianza Democrática - M19 fue un actor estratégico. Como es evidente, no sé mucho de su accionar antes de ser un partidario de la democracia y lo poco que sé lo he aprendido en los libros de historia. Tal vez por ese motivo no entiendo el trasfondo de las palabras ofensivas que algunas personas profirieron contra su humanidad hace varios días. Pero sabe, le quiero asegurar algo, pertenezco a una generación que siente que las cosas están cambiando, que esas semillas que ustedes sembraron hace 25 años, en un país que se encontraba despedazado, están dando sus primeros frutos, que cree que la paz y la salida negociada al conflicto son un anhelo cada vez más real.
La generación de mis abuelos y la generación de mis padres no ha conocido un solo instante de reposo. ¿Y cuánto han luchado por legar un país en paz a las siguientes generaciones sin lograrlo? Mi generación siente que este es un momento trascendental y ha asumido un compromiso histórico con la reconciliación y la tolerancia. En nuestras manos está la oportunidad de legar esa Colombia en paz y no dejar un país en ruinas y carcomido por el odio y el resentimiento. Por usted solo puedo sentir el más profundo respeto. Dejó las armas para reintegrarse a la vida civil y luchar desde el diálogo y la democracia por un país más justo. Ese es un gesto de nobleza y sensatez que esperamos también asuman con igual responsabilidad los miembros de las FARC.
Ad portas de una salida negociada a una violencia fratricida que ha destruido generaciones y reducido millones de sueños a cenizas, mi generación tiene la enorme tarea de participar y velar por la reconciliación que permitirá construir una mejor Colombia. En La Habana se están dando los primeros pasos pero todos tenemos que caminar juntos. Por eso, esos insultos los sentí como propios y, le quiero decir, con la más absoluta sinceridad, que puede contar con mi respaldo para caminar por las calles del país haciendo pedagogía y apostándole a la paz. Estoy convencido que la violencia solo puede llevar a la destrucción y Colombia no quiere más destrucción. ¡Así que no se me desanime pues! Sigamos caminando juntos por la paz. Con seguridad las futuras generaciones lo agradecerán.