Conozco ciertos aspectos de tu vida, tus obras que inmortalizaron a Cali, a Jovita y a la icónica avenida sexta. Fuiste un devorador de libros, un escritor empedernido. Pero también fuiste un seudobohemio, un niño ricachón que nunca estuvo conforme con nada y un adicto a las drogas.
Amante del cine como ninguno, tanto que creaste el primer Cineclub en Cali, ahí mismo en el antiguo Teatro Sanfernando. Mirabas cuanta película se te cruzara por la vista, pero tus favoritas eran las francesas.
Pepito Metralla, desde chico siempre tuviste una fijación casi sexual con los libros y la escritura. Te la pasabas horas y horas escribiendo obras de teatro para actuar con tus compañeros del colegio Bermanchs de Cali en el año 66.
A temprana edad te comenzó a afanar la muerte, con ansias querías dejar un legado, para que recordaran tu corta vida, pues esa idea de que la brillantez intelectual desaparece después de los 25 años, siempre la tuviste en la cabeza.
A pesar de tenerlo todo, te sentías vacío, te refugiabas en tus escritos, los cuales te recordaban letra a letra lo infeliz que eras. Las drogas, el sexo y el alcohol te sirvieron como paraguas un tiempo, pero no lograron desaparecer tu agobio.
Por más orgías a las que fueras, por más intoxicado que anduvieras por la calle sexta, se notaba el sufrimiento y el odio en esos ojos pequeños custodiados por esas gafas gruesas negras, que aveces eran cubiertas por tu larga cabellera.
Tu escuálido cuerpo no aguantó más y sucumbió ante los dictámenes de tu cabeza. El 4 de marzo del 77 a las 2 de la tarde encontraron tu cuerpo sin vida al lado de tu máquina de escribir. 60 pastillas de Secobarbital, un barbitúrico, acabaron con tu infeliz existencia.
En el aniversario 40 de tu muerte te puedo decir que solo eso fuiste, un buen escritor que terminó matándose, pues para vos vivir era algo casi imposible. Tenes un séquito que te endiosa y mitifica, una horda de pubertos que creen que llevar tu estilo de vida, los hará ser como vos fuiste, un tipo sobrevalorado.