Cartagena, Abril 4 del 2020.
Señor: William Dau.
Alcalde Mayor Cartagena de Indias.
“Por buenas intenciones, hay uno que otro cuerpo reposando en el cementerio”.
Si este refrán no existe, por favor adjudicarle a mí la autoría.
Explico lo anterior con un ejemplo:
Cierta ocasión leí en un diario local, como una madre, tratando de proteger a su hijo adulto (inmerso éste en una riña) se le abalanzó y lo abrazó de manera protectora. Pero, el hijo que bien se estaba defendiendo de los tres agresores; a golpe limpio y manteniendo el peligro a distancia, de repente se encontró maniatado por aquella madre. Y ésta, quien tanto le amaba, lo hizo vulnerable. Ocasión aprovechada por uno de los facinerosos, el cual, con una sola pero certera cuchillada, asesinó al joven hombre.
Por eso detesto cuando alguien trata de excusar algún perjuicio ocasionado, arguyendo buena intención. Sea buena o mala la intención, la estupidez de reaccionar y no razonar, a veces cuesta vidas.
Todo este argumento anterior, para reconocer a nuestro señor alcalde su gestión, su esmero. No debemos olvidar el estado ruinoso en que encontró, y el tipo de personas que halló, también, en una alcaldía saqueada y vilipendiada por décadas.
Imagino también que, con buena intención, ha hecho lo que los recursos y posibilidades le han permitido para tratar de sobrellevar, sanitariamente, esta arrasadora pandemia. Pero como todo líder, debe visionar y anticiparse siempre a lo evidente.
El optimismo siempre nos debe acompañar, pero esto jamás debe ser excusa para apartarnos de la realidad, y por ende actuar en consecuencia. Es real y natural aceptar que habrán muertos en nuestra histórica ciudad. Y en gran cuantía. Pregunto alcalde: ¿Se está preparando la ciudad para este escenario venidero?
Miremos como ejemplo a la colindante y fronteriza Ecuador, más concreto Guayaquil. Los muertos de manera muy temprana, desbordaron morgues, funerarias y cementerios. Lo que ha obligado a las personas, de manera rudimentaria y caótica, deshacerse de ellos. Empeorando en gran magnitud la ya azotada salubridad.
Algunos, desesperados por la fetidez de los cadáveres, los incineran al aire libre en plena vía pública. Cadáveres infestados de corona virus. No soy científico ni lo pretendo ser, pero ese humo cargado de residuos humanos a medio calcinar, no creo ayuden en nada a nuestra ya acechada salud. Además, es bien sabido que, para lograr la incineración completa de un cadáver, se requieren altos grados de temperatura, horas de combustión, y hornos especializados para lograr convertir todo un cuerpo en ceniza. Jamás se podrá lograr esto con una quema improvisada y de esquina; lo que obviamente redundará en restos humanos a merced de cuanto perro, gato y roedor callejero libremente deambule.
Por favor estimado alcalde, confío en su liderazgo y criterio preventivo. Espero que, con tiempo y diligente anticipación, tengamos el personal, transporte, solar y maquinaria necesaria y dispuesta, para lidiar tamaña contingencia.
Este problema ya manifestado en la vecina nación, no se puede repetir en nuestra amada Cartagena.
Douglas Iván Páez.
